Antes de ayer anduvo la muerte en mi familia, ominosa, inesperada y prematura anduvo con la mano extendida, metiendo un dedo cristalino igual a un francotirador, en una generación que previendo ya su propia finitud, encuentra en su tan íntima cercanía, un presagio terrible y liberador, que tiene por todos lados escrito una especie de poesía trágic. La melancolía que florece en torno a una multitud que llora al mismo tiempo, la certeza de la fragilidad irrevocable de la vida.
martes, octubre 26, 2021
miércoles, octubre 06, 2021
Testigo de un proceso
Gerbet y su amigo, lentamente avanzan por la página 150 de su primer novela hacia destino incierto. En sus cuerpos, bajo el manto pernicioso de mi torpe narrativa, llevan heridas de guerreros, melancolías de amores moribundos y deseos estrafalarios de tesoros perdidos por el mundo. Noche a noche, en mis insomnios lunáticos, imagino las multitudes que los habitan, urdo miserias en el teatro de su memoria y con perversidad de demiurgo tercermundista, los voy paseando de Ciudad Vieja a Punta Gorda, de Carrasco al Congo, de Györ a Miami y de la orgía al matrimonio sin que me tiemble el pulso. Letra a letra, mes a mes mi vida se va fundiendo con la de ellos, son sus rostros indefinidos a propósito el puente que desde la monotonía del trabajo, me acerca a los sueños vívidos donde estás vos, como un fantasma amigable o como una herida demasiado vieja que año a año voy aprendiendo a cicatrizar. En sus whiskys refinados y exclusivos, late la simpleza de mi café, en sus escapes de señores de la guerra sufre la fugacidad de mi huella mínima y queda libro para rato. Siento que me realizó, creo con todas mis fuerzas que el camino que elijo con la fruición de una necesidad vital, es el camino que siempre ha estado acá, esperando mis pasos de poeta atrevido.