Erizo de mar cabalgando en la cresta de la ola
grapa de uvas fabulosas, dorados machetazos
fibra de vidrio brillante del universo
marcha estática en la vasta oscura inmensidad
miel del risueño delirio, aves de paso anidando
en la pedregosa calma de un minuto que parece
no poder agotarse del todo.
Brazo partido contra la poderosa ofensiva del destino
caña de azúcares perdidos, plantadas en la frente del espejo
esa figura acusadora que parece desentenderse
mientras el velo se va deslizando hacia la penumbra
y el alma clama fragores poderosos que laven el cielo viejo
para poder poner sobre nuestras chatas cabezas
nuevas constelaciones y un camino con corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario