Agosto se fue con su usual demora. En un momento la tarde no refrescó y la humedad era un fantasma que no se iba. Me perdí en una noche de reencuentro con ex alumnos del colegio y comí un asado con mi sobrino recién nacido. Algunas diapositivas del pasado fueron contrastadas con la luz de este presente intermedio. Casi sin querer sé un montón sobre los primeros primeros once césares de Roma y sobre la endogámica casa de los Austria. Paso una eternidad arriba del ómnibus y cada vez que tomo el 713, recuerdo una casa en cuchilla alta y una playa que nunca viví. Mi novela avanza a paso seguro y comparto con mi hijo, otra inesperada aventura del conocimiento. Vuelvo a renegar de usar este blog como un diario, pero vuelvo el grueso de mi literatura en en proyectos vivos que me van llevando a través de paisajes nuevos y cantares viejos. Me sorprendió alegremente que hayan crecido las visitas en este rincón olvidado que cumple en estos días, 14 años.
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