Sombrillas de pino, perfumadas de raíces de nogal y lagartijas de la luna. Un segundo comenzó a desintegrarse. Las caras de los espectadores fueron cubiertas con un bálsamo de incredulidad y admiración. El gran acto fue llevado a cabo entonces, un fuego artificial colmó las venas con humo de color celeste, las gaviotas se desmayaron a la sombra de las rocas. Y yo pensé en ese momento en darme la vuelta y volver como ya lo he hecho, pateándome las pelotas y cantando.
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