viernes, enero 21, 2022

Viaje #3

 

La recepción de nuestros amigos fue insuperable. Sinceramente felices por tan esperado reencuentro, almorzamos pizzas con los amigos y el Dr. Rivera quien con gran amabilidad puso un moderno automóvil a nuestra disposición. Al caer la tarde nos abocamos al consumo irrestricto de piscola risas y cigarrillos hasta casi la media noche, cuando nos fuimos caminando al bello y muy confortable apartamento que con tanta dedicación acondicionaron para nuestra estadía. Sobra decir que traíamos muy pocas horas de sueño y que acostarme y dormirme fueron dos cosas que sucedieron en un mismo tiempo. Mi felicidad a la mañana siguiente se hallaba integra y habiendo dejado atrás las huellas frescas del pánico en el avión, nos dispusimos a desayunar, hacer las compras de alimentos y después a conocer Bella Vista, Plaza Brasil y el conmovedor Museo del Estallido Social. La noche llegó tarde, cuando pasadas las 21 el sol comenzó a desaparecer tras las altas montañas que rodean la ciudad. Fue ahí que, retomando el asunto de la piscola, nos pusimos a tocar canciones de nuestro amplio repertorio y entonces la felicidad se multiplicó en los acordes y la melodía de Noches sin Calma. El tiempo comenzó a acelerarse casi tanto como lo hizo el avión allá en Carrasco. Los paseos por Yungay, los gatos del apartamento, el café, la piña, ir a la feria y las sucesivas piscolas de la noche parecieron tener lugar de manera casi simultánea. Hace calor y el aire es bastante seco. 

miércoles, enero 19, 2022

Viaje #2

 Suenan las instrucciones de seguridad, mi estómago ya se siente como una secadora y el capitán se llama Benjamín. Y el aparato comienza a moverse. Muchos años se comprimió en mí el miedo a viajar en avión hasta que finalmente el aparato a acelera más allá de toda sensación antes experimentada. Me acontece una especie de éxtasis, evoco a todos los dioses de todos los panteones de todas las eras de la humanidad. El Airbus se deshace de la firmeza terrestre y siento que mi corazón se acelera junto con el motor pareciendo tomar la misma velocidad, unos 700 k/h (según mi estimación). El efecto del ascenso es poderoso y decisivo y yo siento que transito por la última cornisa para caer en un lago sin fin en el instante que comienza el vuelo. Mi amigo me contiene con contacto físico, me sostiene, me habla buscando que lo vea a los ojos. La hiperventilación. Lloro un poco detrás del tapabocas, por fortuna sin sollozos ni lamentables gemidos. Me toma unos quince minutos y un esfuerzo considerable retomar el control de mi respiración. De momento, a 45 minutos de ese momento, la turbulencia es ligera y deseo con todo el corazón que así sea durante el resto del viaje. Se realiza un sorteo a bordo por ser éste el primer vuelo de la aerolínea, hecho que durante los pasados días estaba lejos de aportarme una sensación de confort, una muchacha llamada Victoria se gana una especie de calcomanía de un mate gigante. Otros pasajeros ganan premios de incluso menor trascendencia y la verdad que durante ese momento pude distender un poco la apremiante contracción de mis músculos. Vamos entre la nubes. Es cierto que parece que vas en un COPSA, pero a 12.000 metros sobre la ciudad de La Plata, y después sobre la provincia de San Luis hasta Mendoza y después el paso del Cristo redentor para ver a nuestra derecha el monte Aconcagua. Afuera hay todo nubes, no se ve más que el ala en una danza hipnótica y sutil. En la puerta del baño hablo con una aeromoza de inmensos ojos oscuros que son simpatía me cuenta que vamos en buenas manos y que si bien el tiempo en Montevideo era un poco tormentoso, en Santiago nos espera un calor importante. Ya pasó la mitad del vuelo, evalúo ponerme a escuchar un podcast sobre historia Mexica e intentar proseguir con una relajación que seguro mermará hacia el momento del aterrizaje. Las montañas de pronto se acercaron hasta una distancia que me parecía ridícula y Peligrosa, el aire turbulento me produjo otra vez un miedo paralizante y de golpe pozos de aire y un descenso con una gran vuelta sobre la periferia. Por fortuna logré enfocarme en controlar la respiración y el aterrizaje

lunes, enero 17, 2022

Viaje #1

 Ésta madrugada voy a enfrentar mi miedo primigenio a los aviones. Hasta ahora solo he tenido el tiempo de sentir una ligera ansiedad al imaginar las montañas solitarias en su ferocidad, aparentemente anestesiadas por la altura. Sin embargo ahora que tomo un café en la soledad de mi cuarto, me apremia la certeza del despegue. Lejanamente algunos perros se mezclan con el canto de las aves y creo entender que es buen momento para aplicar lo poco que he aprendido sobre la serenidad del espíritu. Confieso no sin somnolienta maravilla, que mi excitación es intensa y que contrario a lo que suponía, me siento abrazado por una confianza que rara vez ha visitado mi estadía en este mundo. Amaga con salir el sol entre las nubes.