viernes, junio 29, 2018

Todos los NO que se te ocurran

Rayo, cartón, pedernal
Estadio, arrabal, intuición
Medallón triste, mesa con vino
Árbol azul, vela por apagarse
Se avecina el silencio
Entonces relámpago
Entonces me permito
Entonces callo
Fallo, araño, muerdo
Me lastimo, huyo
Meto el sabot en los engranajes
Tiro el cuero
Rompo el tiempo
Con simpleza y humildad gallarda
Con nobleza de barrio
Y deletreo madarina
Escribo con sudor
Lo que jamás me tomaré el tiempo
De hacer o de pensar o de sentir.

Cae entonces el veneno
El disfraz, el escolazo
La fafafa, el milongón
La vereda, el sucucho
El bagayo, la intensidad
El verdugo amainado entre percheros
Los pañuelos donde la ciudad
Se suena los mocos
Y el bar donde me muero
En días que ya pasaron.

Él quería que no fueran
Yo escucho
Ellos están de acuerdo
Y parece que cayó el muro
Y pink floyd y los Beatles
Y quién soy yo para decir que no
Y él cree y Baraja se calla
Y Mati quiere aportar
Y la palabra tiempo
Se vuelve intemporal.

Bombardeos
Música negra
Dolor amortiguado
Por presencias disonantes
Acorde que nadie sabía
Vidrios reventados
Bateristas que no rinden
Yo sigo tomando nota
Tengo miedo del final
Amplificador que no deja escuchar
Salpicadura de saliva en la pantalla
Corrección de un impulso
Barreras berretas
Visiones del agua
Macetones tristes
Que me entienden.

Curtir, escupir, vomitar
Cagarse en lo que dice el main stream
Seguir aguantando el temporal
Saltar a favor de Lennon
Y reconocer
Las bandas sonoras de la adolescencia
Y sigo escribiendo
Hasta que se me cante el ojete
En un rato van a ser las 5

Me acuerdo de un bandoneón
Me acuerdo de una alfombra
Me acuerdo de una lluvia
Me acuerdo de todos los olvidos
Y casi ni ganas de reirme me quedan.

Alguien pierde el hilo
Y ella que "NO necesita que le escriba
En éste momento"

jueves, junio 28, 2018

Dos criticas sobre mi obra

"Eso está muy bien logrado. A ver, leelo de nuevo... Te lo voy a robar
(Le manda el texto leído por 
Whatsapp a su novia)"

Otro texto:

"Un barroco barato y espantoso"

Charly Ferret

viernes, junio 22, 2018

Cassettes

Frío que nada cura
Asociación entre helada y olvido
Lluvia de fotos jamás tomadas
Eco de risas desvanecido

Ladran perros con frenesí
El invierno es un tango
Y yo en mi limerencia
Imagino sucesos imposibles

Se aproxima el cuchillo
Péndulo macabro
Oscilando en la tempestad
Raya paredones y veredas
Mientras los niños se van a dormir

Pájaro de la profunda noche
Vuela en un burlón cielo degollado
No queda más que viento
Y este cassette repitiendo
"Yo la quiero"

miércoles, junio 20, 2018

La amada ausente

Vivo en la cacería de un ser mitológico. Me tocó encarnar a este antihéroe tapado de humanidad que busca de manera implacable la visión de esa, pongamos por caso, yegua con alas. Me es difícil, mejor, es imposible aludir a ese ser, sin detenerme en la maravilla de su cabello azabache, sin diluirme en la evocación de sus inmensas alas color de mar, que por momentos sospecho, solo son capaces de batirse en el cielo de mi imaginación, de desplegarse y envolverme en el tierno barro de mi recuerdo.
 Solo respondo a buscarla, a perseguir ese rumor, ese mito, la fantasía ya borroneada de su amor carente de reservas.
 La otra noche volví a soñar que la tenía entre mis brazos y que en ese momento moría plácidamente el cuerpo monstruoso del dolor que me habita. Desperté rasgado, descolocado y desengañado de la realidad que, como es menester en estos casos, me apremia con violencia, azotándome con un hambre triste que no puede ser saciada más que con su mirada de universo. 
 A veces anda cerca, tocando con la punta de su dedo, el lado opuesto del vidrio tras el que yo la deseo. Todos me dicen que no existe tal ser, que la mujer amada no puede, por definición, estar ausente, que no puede haber más amor que estar uno frente al otro y decir que sí. Yo les creo... Sí, les creo y amo con verdad a quien me lo recuerda, pero en última instancia los ignoro, perdiéndome en el sonido de la lluvia, que se mezcla con un saxofón, con un silencio de fruta madura. Los termino ignorando porque mi búsqueda es, y comienzo a confesarlo, el imposible, mi cacería es la más primitiva y a la vez la más remota de las tantas que le imprimen a la humanidad su carácter idiota y maravilloso. 
 Este quijote, este cazador de ballenas blancas, vive para zozobrar en las aguas inciertas de la ciudad en la que afirmo que ella tambien habita. De nuevo, mil veces por día, sale una voz a inocular su gris veneno en mi sangre, diciendo: Hay una posibilidad cierta (si es que cierto significa algo esta noche) que ese ser misterioso, fabuloso y único, sea ya solo un relato, una leyenda, cuya eventual captura, no haría más que alimentar de peor manera, el deseo de fundirme indefinidamente en su ser y perderme por siempre de esta concatenación de miserias en la que, con gesto adusto, transito
 No obstante mi aire, mis ojos, el pulso acrecentado de mis venas me la recalca a cada rato. Porque al despertar me miento el rastro de su perfume en mi almohada y me lo creo. Tanto así que soy capaz de flotar en el celeste pálido del día como viviendo otro tiempo, como  si estuviese siempre rodando por paralelas insólitas donde ella aún piensa en mí, y allí, en esa mixtura de aguas límbicas, renuevo mi voluntario voto de quererla, de desearla aún a sabiendas que encontrarla sería volver a morir de aturdimiento en los volados de su próxima partida. Se hace ahí indiscutible, la existencia de un  plano alternativo, o peor, de una multiplicidad de planos desde los que somos  barcos inabordables, jamás perpendiculares en la trayectoria que describe el dibujo que los pasos van dejando sobre el polvo. Entiendo, con fatal amargura, que la muerte al final de la vela de esta espera, no cortará su persecución, no cesará en su afán equilibrista hasta alcanzarme y hacerme olvidar, con un poco de fortuna, que no hay momento en el que la pueda yo, apartar de mis pensamientos. 
 La amada ausente, esa mitológica paradoja tras la cual mi vida se va como por cuenta gotas.

martes, junio 19, 2018

Ni un solo taxi

Es medianoche y los cerros se miran de reojo. La polilla está aplastada. Cada planta en su sanción de inmovilidad, urge sol mientras respira luna. Se va acabando el ruido de autos por Avenida Millán, la radio suena en los aposentos mientras la pobreza no es más que la tierra de donde brotarán los vástagos de esta obra inescrupulosa y llena de ella. Su ausencia no es jamás ausencia, ni ella ya es tampoco ella por fuera de mi corazón. El carnaval ha arrastrado sus jirones de borrachera hasta esta playa invernal, donde los pulpos se retuercen en las dunas de la noche, y las gaviotas son meros bosquejos en la negra palidez del cielo. Cruje la cama en la severidad de mi soledad de terremoto y niebla, se astillan y gruñen los escudos de mis huesos ante un recuerdo que ya no trepa más allá de aquella mañana de sol en la rambla, de aquel amanecer,  de la lluvia ni de aquel abrazo, aquel choque de sangre del que no he querido, ni, finalmente, podido trascender. Tienen cara de estúpidos los rincones, las rimas se han podrido arriba de la barra vacía y no pasará ni un solo taxi que haga a su sombra, resbalar hasta mí.

domingo, junio 17, 2018

Creo que usted

Este es el momento exacto. Qué frío hace en aeroparque. Mi cigarro se consumió lentamente mientras que mi boca lanzaba un blanquísimo vapor al exhalar. Este es el momento exacto de decir fundición y abanicarse. De decir nostalgias, mientras me pasan un tango por Babel y la noche me llena de preguntas.
 De momento me surcan ideas sobre qué clase de dificultades podría estar atravesando, me preocupo someramente al final, mientras me tengo que entregar a la noche, otra vez, sin su favor, sin el triste temor de no saber lo que le pasa. 
 Debe el verdadero tango,  nuestro único y más caro secreto de amantes,  ocurrir en la intimidad del espacio cerrado., en la sombra de un secreto hasta para nosotros mismos. 
 Gitana que se tiró por la ventana al ver llover sartenes y pájaros de hierro, como dragones, como yunques alados en un atardecer al blanco vivo.
 Eso es la luna, ese centenar de carreteras donde la luz se desintegra y se vuelve a armar en tus labios. Ese volcarse y volcarse de apelotonado misterio. Impronunciable copa de vino que siempre se aleja. 
Me transmite sensación de mar y a la vez de montaña, de bosque salvaje y cráter de lava.
 Es.
 Será. 
Viento detenido en ramas desnudas. 
Queda, al parecer, solo un temor profundo y vacío hacia el otro. Cortar cualquier empatía es sugerible cuando el mundo tira para abajo, dicen.
Pero tambien cuentan de un nido como un río entre las ramas, y yo les creo.

Prohibido

A marcha camión
Silban las estrellas
Contra el cielo apedreado,
Una calle hecha de suspiros
Rumbo a tres puntos suspensivos

Todo lo seco
Todo lo frágil
Todo lo volátil
Todo lo que es innegable
Describe en mis arterias
El dibujo de una rosa envenenada.

Se apichonó
No tiene fuerza
Se hizo glaciar
Llora...
Y yo lo sé
Maniatado y prohibido
Sin poder acariciarla

miércoles, junio 13, 2018

Petit retrait

Suelto la mano de mi murga un rato
Se arremolina el viento en los zapatos
De mi soledad.

Baila en desfiles de canciones viejas
En la cornisa un corazón se aleja
Vuela en la ciudad.

Andar y amar
Seguir, sentir
Muerte de una mañana
Que sueña regresar.

Callan las sombras en la madrugada
Suena una voz como desesperada
En el temporal.

Una cretona triste y un gorrión
Una caricia igual que una canción
Para despertar.

Llegar al final
Saberse mortal
Y una luna plateada
Anunciando el final.


condicional

Se asustan las moscas 
sus alas quebradizas 
caen como pétalos 
en un suelo de lágrimas 

El viento espanta al sol
las nubes como barbas
se aplastan contra el frío 
y se van las horas
en una bajada silenciosa 
del escenario del tiempo

Llena de cicatrices 
mi boca tiembla
en páramos sepia
Y todos los venenos se combinan
para no ser antídoto 

Tal vez exista otro día 0

martes, junio 12, 2018

las 12

Entonces las horas se vuelven míseras marionetas y cada silencio que no puedo tragar, finalmente desarrolla alas. La noche está siendo barrida por una llovizna maliciosa que nada trae y nada lleva. Mi colección de relojes fermentó y los hongos gobiernan los últimos palacios. Ésta crónica para sábanas negras se tornó un monótono monólogo que no hace más que corroborar la soledad a la que me someto. Darán las 12. Nadie ha de responder. 

Siempre irse

Paseo en el frío de la aduana
Corto el aire con las manos
Mientras veo un sol lejano
Recortando amarillo
Contra el gris de los edificios.

Las veredas miserables
Las pensiones de inmigrantes
La multitud de camperas
Oscilando en la terminal
Montañas de basura quemada
En caserones abandonados
Las hojas doradas
En danzante caída
Las molduras mohosas
Y las macetas con alegrías
Que resisten el pronóstico
Del invierno tan cercano.

Tengo un tumúlto en el pecho
Un asordinado grito
Que repite su nombre
Cuando se va su perfume
Esa canción olvidadiza
Que vive en constante retirada
Siempre lejos de esa playa
Que jamás ocurrió

Ya la ciudad empieza a apagarse
El viento promete helada
Y yo vuelvo a la soledad de mi castillo
Mientras miro con nostalgia
Las hermosas cabelleras de las damas
Que entre gorros de lana
E intensos perfumes de invierno
Pasan sin ser del todo reales.



viernes, junio 08, 2018

Alguna otra

Se va a ir la noche
Que nadie pregunte
Dónde va...

Se fue la noche
Envuelta en ahogos
Y bufandas heladas

Caminan gatos
Por pretíles sifilíticos
Junto con otros rumores

Lanzaría un cuchillo
O tomaría otro café
Pero ya tengo sueño

Las serpientes de la ventana
En su cónclave reptante
Deciden cómo he de morir

Los huesos astillados por su amor
Son como agujas de silencio
Inoculando agrias sospechas

No hay lugar para el temor
Ni tiempo que perder en apuros
Su plumaje embolsará el viento

Y aparecerá en mi patio
Alguna otra noche
Que aún no se fue. 

jueves, junio 07, 2018

El Baile

Como haciendo flores
Se delimita el frío
Abrazando todo
Con un sonido de caída
Una vuelta carnero bien lenta
A un plácido colchón de hojas.

De golpe un saxofón es una playa
Un paño de la calle Millán
Es un glaciar, o un motor
Que tímido se mece
Perdiéndose en la rotonda. 

Este candombe se hace carne
En la bohemia soledad de la madrugada
Una canción Montevideo
Tocada con delicioso fluir
Sin ninguna voz humana
Y yo suspiro
Y el tiempo gotea
Y la luna grita
Vaya uno a saber dónde.

Pasó un revuelto de cangrejos
Salió una libélula tras una esquirla
De su esquivo perfume
Ella es madera, seda cruel
Visión de manantial
En callejones de vinos en copas.

La sierra del imposible
No la ha podido erradicar
Porque mi corazón es su libro
Su abandonado espejo de silencios
Demasiado explicativos. 

El piano se está haciendo una licuadora
El bajo pulsa aquí y allá
Los hi-hats se revuelcan
Entre el redoblante poseído 
por el trompo del tiempo.

Vuelve el candombe
Que convierte en vapor de oro
El betún y el alquitran
De un convertillo
Que ya no existe
De una pared pintada
Donde solo aplauden los fantasmas
Frente a un Río de la Plata
Que lleno de viento
Canta El Baile de los Morenos. 

lunes, junio 04, 2018

Que no nos agarre lejos

Quién andará sobre estos puentes derruidos, para calzarse la cruz y lanzar el filo defensor de las espadas, al rostro agrietado del tiempo. Irá a volar alguna vez la paloma que preside nuestro idilio de ausencia y de misterio. Para dónde han disparado las esquirlas de nuestro amarnos con dolor y locura, en la orilla de un plato de fideos, con una tele que daba la comedia "Celia". Si todos los monasterios te dan frío, cómo no voy a ser prohibición ante los ojos de quien podría modelarte. De verdad que a veces no sé... 

Ese ser mitológico que es la amada ausente, esa disociación dicotómica de andáte y de te quiero, de vos no sos real, de acurrucarse en el consuelo de una mirada que es la única cosa real de este planeta. Acá, que casi todo está hecho de pinchos y de venenos caramelizados. Yo me acuerdo estructuras grises de mis sueños, en los que la realidad era una arcilla y el cielo se derretía como ai fuese la escenografía del propio universo. Me acuerdo correr a usted bajo la lluvia y emborracharme con whisky por un ratito más, e irme en un taxi hasta la curva de maroñas, con todo el caracú mortalmente envenenado. Que me despidieras al amanecer en el umbral y me miraras así, llena de temerosa esperanza, víctima de un temblor y señora de nuestro sueño. Yo también tuve enredaderas guarras, tuve rocanrroles piojosos y muñecas de varicela con vino picado y alfajores disueltos de primitiva miseria. 

Calcan las lechuzas, su contorno fugaz sobre la llovizna, cacaeran las ranas en los motores de un 149 que no te termina de traer, no hubo manera de que te trajera a este castillo del que todas las mujeres se han ido, donde mi vecino grita una canción de Sabina, repitiéndose como borracho, arrugando su voz para que resuene igual que un grito, su lamento. Por las dudas, igual dimos vuelta las damajuanas y no hay televisiones en la vuelta, para que el tiempo flote más a gusto y se dejen atrapar con mediomundo, las abatidas carcajadas de la rutina. Soñando evitar con alegría y paciencia de condenado, que la muerte nos agarre lejos, separados. 

domingo, junio 03, 2018

Las Ánimas -35-

 Qué? - Balbuceó Rolo, con las fauces llenas de... con las fauces llenas. 
- Te las comiste todas? - dije. 
La chiquilina sonreía con las mejillas prendidas de rubor. Miré a Valeria y ella, divertida, alzó los ojos casi como una forma de disculparse por nuestra estupidez. 
- Queda una. - al fin terminando de tragar, se excusó la muchacha. 
- Valeria, mucho gusto. - Besándola.
- Todo bien? - Besándola también.
- Él es el banana de mi primo, Hernan. - Explicó Rolo. 
- Noelia, encantada.
- Bueno, en realidad nosotros ya nos íbamos. Ni se calienten. - Yo. 
- Podríamos ir los cuatro, no? - Propuso animadamente Valeria, a lo que yo sentí que aquello cortaría mi posibilidad de encarar a la jovenzuela, cuyo perfil provocaba en mí, un escozor íntimo que se me antojaba similar a un incipiente renacer de mi persona emocional. 
- Eh? ir? ir a dónde? - con la misma impericia con la que yo mismo venía actuando frente a Valeria. 
- Estaría buenazo! - intervino Noelia. 
- A ver, a ver. Cuál es el plan entonces, yo no estoy pa caminar mucho, enserio.  - Seguía Rolo. 
- Vamos al parque, a hacer una fogata y cocinar algo rápido. Ne imagino que con esas empanaditas, por más buenas que estuviesen, no hicieron patria. - Valeria echándole un cuarto de razón a la escena. 
- Dos empanadas...? Me las pasé por el bigote, imagináte. - sentenció Rolo. 
- Ay sí! pero estaban super deli...
Me quedé mirándola, con cara, posiblemente de desagrado. Me caía mal la gente que decía eso de "deli", o peor aún "rerri" como abreviatura de "re rico". 
- Paren, pero qué vamos a comer¡?. - Preguntó Valeria, casi insistente.  
Todos me miraron, inclusive la recién llegada, que no tenía por que saber que yo amaba cocinar y que casi naturalmente, la tarea recaía sobre mí. 
- Qué me vieron? Cara de Chichita? por qué no cocinas vos, Rolo. Que andas volando. 
- ... - Rol, haciéndome ojitos suplicantes, expresando de forma sutil, con su ceño, que era mi chance de impresionar a las chiquilinas. 
En ese punto, como casi siempre que me tocaba cocinar para gente íntima, me ponía un poco nervioso y la inspiración acerca del plato a ejecutar, demoraba en llegar, un poco más de lo habitual. No se me ocurría nada, sin embargo odiaba transmitir la sensación a los demás de estarme inseguro o demasiado dubitativo y mucho menos nervioso o preocupado. 
- Hagámos una cosa. - dijo Valeria, en un gesto que oxigenó aquel breve aunque pronunciado silencio. - Noelia, vos viniste en la bici que esta afuera no?
- Sí. 
- Ta, ustedes me prestan la que está acá, no es cierto?.
- Claro! - al unísono los dos, en gesto de pro-actividad. 
- Vamos hasta a casa y traemos en un toque, algo para convertir en delicias.
- Copado! - Dijo Noelia.