viernes, marzo 30, 2018

Recorte

Rubia desvencijada, en infinita pose calcada. Réplica exacta de otro millón de rubias con nombres épicos y piernas perfectas. Dolor de azul en el fondo de un cynar julep. Entran las mesas y las sillas. Sube un humo a mi barba, entonces me enredo en comedias y dramas próximos a la luna llena. Al fin el amanecer se ha acarreado hasta este rincón del planeta, todos los juegos empiezan, en eléctrizante consecución, siempre igual, solo su cambio es permanente mientras discurren de un lado al otro las virtudes y las miserias y mi escritura se va vaciando de su esencia, solo quedan calles vacías, llenas de papelitos que fueron alguna vez alegres cometas del carnaval. Hoy vuelvo a la Unión, cantan los Saltimbánquis partiéndole el pecho a la sobrecarga muscular y al retorcijo feroz de los sesos después de servicios como el de esta noche. Corta la franja lejana del alba, como viniéndose arriba pero sin jamás tocarnos. 8 de Octubre es tan fea, sin embargo tan familiar que siento jamás poder desprenderme del todo de sus misterios y sus rincones eternamente sepias. 

miércoles, marzo 28, 2018

Las Ánimas -24-

Galopamos acaso unos 600 metros, antes que la poderosa yegua diese señal alguna de fatiga, progresivamente fui aminorando el paso y el aire volvió a volverse una sustancia que nos envolvió. Andabamos al paso. Solo el viento tibio provocaba sonido. La cara este del cerro Enano, se alzaba ya cerca de nosotros. Un par de esas grandes aves que acá llamamos cuervos, describían círculos sobre la petisa cima. Yo seguía sin acceder a la experiencia sufrida con Ladiana. En ese momento todo era solamente ese momento. Nada más que el presente crudo y duro, mezclándose a penas con el paso del animal, el verde encendido del pasto y el cerro Enano. Al dar vuelta la cabeza tuve la misma sensación de libertad que tenía años atrás, cuando en mi yegua salía a encontrarme conmigo mismo y con aquel presente de entonces que, siendo tan inmensamente distinto de este, era casi casi el mismo. Pensé que los cerros y las montañas le imprimían al paisaje, su propia pincelada de inmutabilidad, su carácter imperecedero y que los Incas tuvieron gran intuición al considerar a las elevaciones rocosas como deidades. Me di cuenta que ese era el primer pensamiento formulado en palabras dentro de mi mente que tuve en un lapso que me pareció casi eterno. Volví a semtirme pesado, con el lastre de toda mi historia sobre la espalda, todas mis vivencias y emociones acumuladas, las responsabilidades y las derrotas acudieron de un golpe a mí, después de formular con palabras aquel pensamiento, al parecer tan inofensivo. Frontera se había detenido. Estábamos en el punto en donde era necesario decidir si iríamos por el monte o si, por el contrario, tomaríamos el paso del cerro. Recordé un poco más. La escena era casi calcada, Ladiana y yo en ese mismo punto, en la última tarde de calor de su vida. El mismo cielo celeste bordado apenas con decorosas nubes blanquísimas. La misma disyuntiva sobre el camino a elegir y la misma decisión instintiva del animal. Al igual que en aquel viejo presente, en éste, tomábamos el paso del cerro Enano por iniciativa de la yegua blanca. Mi cabeza, al reiniciar la marcha, volvió a aquel pacífico estado de silencio. Frontera atravesó con elegancia el primer obstaculo rocoso y enérgicamente nos trepó al primer nivel del cerro, por donde se llegaba a acceder a un viejo trillo que contornea al Enano de este a oeste.

martes, marzo 27, 2018

Patines

Pucho de martes
Puerta del pool
Chista el viento
En las doradas hojas
Que ya empiezan a ceder

La noche como un coágulo
Fértil y redonda
Soporta el trillo de la luna.

Una bici levanta
El rastro de mi tristeza
Y los duendes de la madrugada
Comienzan a cantar su serenata
Para que los autos la arrastren
A su antojo.

Van a ser las 4
Y el nylon
Y la vela 
Y los semáforos
Para nadie
Regalan sus colores
Para el último poeta.

Rey de mi humo
Abogado de mi urgencia
Cómplice de mi debilidad
Sigo escribiendo. 

Las Ánimas -23-

Salí a atender aquel llamado. Al llegar a la puerta, parado como un antiguo mojón de la existencia, un anciano monumental, vestido con su bombacha y su chaleco sobre una camisa color crudo. La boina, la tez curtida, las botas de montar hechas con un cuero visiblemente noble. En la mano una rienda y al final de ésta, una robusta y musculosa yegua criolla blanca. Avancé hasta ella en un trote de ensoñación, el parecido con Ladiana, mi yegua muerta, era aterrador. Puse mi mano sobre su costillar, mi mejilla derecha en el cuello ancho. Los ojos altos e inexpresivos del viejo se clavaron como facones, en medio de los míos.
  - Se llama Frontera.- Me dijo. - monte y vaya por ahí. Vuelva cuando se ponga el sol.
  No pude responder, estaba fraccionado, una parte de mí entendía que Ladiana estaba muerta hace años, mientras que la otra, la más predominante, me indicaba que aquel animal que tanto amé y que había perdido una tarde en la Sierra, de cuyo fatal recuerdo hasta ahora, venía pudiendo escapar.
 Monté, y al hacerlo, pude darme cuenta que mi cuerpo se deshacía de un peso definitivo. Se amplificó el cielo en mi percepción acrecentada por el significado de aquel momento. Ningún pensamiento agredía con sus demandas, la claridad de mi corazón y de mi mente. Serían las 4 de la tarde. Tomé las riendas, elasticé mi espalda, ajuste los pies en los estribos y eché a paso apurado, subiendo la loma que muere directamente en el pasto abierto de la sierra. Al traspasar éste limite, recordé de un tirón todo el millón de otras veces que hice el mismo gesto a caballo. Prendiéndome del nacimiento de la crin, con un grito de mando y un golpe con los estribos en el costado del animal, me lancé a cabalgar a toda velocidad. Frontera respondió instintivamente y me llevó a máxima velocidad por el descenso de la loma hacia una pradera ancha y de unos dos kilómetros limpios hasta abrirse, para un lado en un pequeño monte y al otro con un arroyo y las estribaciones rocosas de un cerro bajo, que llamábamos cerro Enano. El animal y yo, mientras el calor del verano se volvía brisa fresca por causa de la aceleración, trazamos un acuerdo mutuo en el que el cerro Enano era nuestro primer objetivo. Frontera cabalgaba y el romper de sus cascos era en mis oídos, la música de un evento que largo tiempo reprimí y hasta olvidé. 

Incompleto

Ingreso al registro.

Hilera de ladrillos
Apliada junto a la tristeza
Muñeco de papel que se deshace
Entre magnolias y viejas epopeyas.

Noche de Tala Pando
Hacia 8 de Octubre y Comercio
Noche trincheta y alfajor
Con blanca luna de miga. 

Este lunes combinó jugos y alcoholes
En la sencilla escollera de mis labios
La barra buscando reinventar su carta
Juega entre risas y desastres
Al laberinto de la piedra filosofal.

Pasa una tanguería por mi ventana
Y se alumbra con un semáforo
La panadería donde más de una vez
Desayunamos el amor. 

Todo lo que sigue son puertas
Puertas como renglones
En una fuga lentísima
Hacia el final de la madrugada.

Llega hasta mí
El aire cálido
La esquina rota
Y las persianas de metal
Que se adormecen
Entre grafitis y letreros con propaganda.

Se superpone el aire
En la semana santa
Se descostillan los relojes
En Pte. Berro.

Yo hago crucigramas
Hago cabriolas de preso
Para gozar de mi libertad
Me aparto a un silencio en compota
Desde el que su mano
Quiere ser solo un recuerdo
Incompleto...
Como todos. 

lunes, marzo 26, 2018

Las Ánimas -22-

 Comimos con un inusual silencio,  pude sentir la ola de común estremecimiento, romper casi como una ola en el seno de mi familia. Tal vez no exista una manera, (o yo sea incapaz de imaginarla) de calificar el plato que habíamos logrado con la tía. Nadie se atrevió a hacer un solo comentario, ni siquiera padrino, que era de todos el más hábil y suelto de lengua. Mamá comía rápio siempre, apenas surgían en ella mínimos gestos de placer. Papá deglutía en un repetivo y absorto gesto de decir que sí con la cabeza. Rolo seguía distante, como presa de oscuras cavilaciones. Sin embargo, era evidente que llegaba, a través de aquel alimento, a una especie de amparo, desde donde era capaz de soportar el temporal que a todas luces, se batía sobre él.
 Yo me di cuenta que en lo que iba de la jornada no armó ninguno de sus famosos tronchos y apenas si habíamos intercambiado un par de miradas desde que desperté a la mañana.
 Beatríz y la Tía comían en silencio también, la energía de su goce era algo tangible para mí, podía sentir como si fuese una sustancia, todo el amor por la vida que ambas emanaban desde el simple acto de compartir los alimentos elaborados para la familia. Fue un almuerzo memorable durante el cual, apenas se hicieron comentaios y donde la unión de las personas se velaba como algo primitivo y lleno de un significado inexplicable.
Después, el ruido casi al unísono de los cubiertos chocando con la vajilla, marcó el final del ritual y toda la energía acumulada, fue liberada de golpe, cuando mi padrino se quejó, simulando gran sorpresa, al advertir que no se hicieron postres.
 Entonces la expresión de la tía atrajo la atención de todos. Su vejez, su afinación, todos los poderes de su secreto formaban una línea estética única, en el horizonte de su ceño. Silencio. 
- Dejáte de postres, con lo gordo que estás. Hoy es un día en que todos tenemos cosas para hacer y yo, que ayer cumplí 80 años, te puedo decir con toda claridad, que el tiempo es demasiado corto para gastarlo todo en postres, como haces vos, gordo. -dijo la tía y todos rompimos en risas de complicidad y buena gana. Sin embargo estoy seguro que a ninguno de ellos los conmovió tanto el breve discurso de la vieja como a mí, y a Rolo, quien al tornar yo mi mirada hacia él, lo vi algo pálido y hasta tembloroso. Lo busqué con la mirada temerosa, provocada por la sospecha que, sin dudas, nos vinculaba desde instancias análogas. 
 Tras unos segundos de reflexivo silencio, en grupos de a dos, los familiares se fueron levantando. En un momento todos se perdieron fuera de la amarilla pantalla de calor que había tomado la sierra de rehén. Solo quedamos Rolo, Beatríz, la Tití y yo. 
 Beatríz sonreía de forma tenebrosa. La tía no. Rolo y yo nos cagábamos del miedo. 
  Sonó en el aire quebrado un grito que me derritió la sangre. 
- Dipacce!!
  La tía me miró mortalmente seria y me dijo sin lugar a cuestionamiento: - Andá. Andá y volvé.

Un paso

Aplasta los rincones
Luna revoloteante
Semillas de plata
Que se desprenden
Entre murciélagos

Cabaña despedazada
Mueca ritual de balcones
Aplasta los rincones
Y salta, salta abandonada
La araña de la soledad.

Y de los castillos
Doncellas de nadie
Y del profundo mar
Fantasmas de casorios
Imposibles. 

Fuego y plástico
Batalla  y fatiga
hasta volver a amanecer

Se abre la flota de flores
Que atrae la caída de marzo.
Funeral para el silencio
La Unión parece dormir
Entre esquinas mustias
Y farolitos olvidados
Lejos de Dios
A un paso de la luna. 

domingo, marzo 25, 2018

Tengo

Poquito más de media luna
Todo se despliega
Entre las finas nubes
Y el motivo del otoño
Empieza a ser más
Que una solo una insinuación.

Ahora es domingo
Y me siento a la noche
De yoguineta y canguro
Mientras fumo y escribo
Donde una vez la encontré

Allí está como un guardian
El eucalipto centenario
Con sus brazos como alas
Recortado contra el azul
Y me acaricia la gata con su cola

Hoy tengo libre.


sábado, marzo 24, 2018

No me acuerdo si tengo marido

Suena un rock folk de los 80'
En el amanecer de mi taxi
Un pájaro canta sobre el sólo de guitarra
Y el cielo está clareando.

La mampara
La pentatónica de Gm
Av. Italia es toda un sueño
Inabarcable.

Son las horas que aturden
La línea que me separa de vos
Son los silencios que quedaron
Los que saturan de lila y arrebol
Las primeras franjas del alba.

viernes, marzo 23, 2018

Mi soledad

Esta noche volví a Las Palmas
A darme cuenta que el tiempo
Es apenas un juego de espejos
Para quienes padecen conciencia

Y claro que siempre es hoy
Claro que siempre es acá
Que éste presente es el único
Campo de batalla que tenemos
Y acá corre la sangre
Y se elevan los vítores
De guerreros y de magos
Que con la muerte a un lado
Logran instantes de inmortalidad

Cielo delfín
Noche roca
Amnesia
Volcán supurante
Y lenta cicatrización
Para los que esperan

Para mí 
Círculo
Para mí
Gol de todo el día
Cerveza recompensa
Fiebre intestina
Y dama desmayada
Un poco más allá
De mis alucinaciones.

Al ver su cuello pálido
Al saber que vino de Cartagena
Al sospecharla también
En la magia del caribe
Muerdo vidrios
Escupo tijeras
Y entierro a la horda 
De mis lobos apremiantes
Para dormir al abrigo
De toda mi soledad.



jueves, marzo 22, 2018

Cotillón sepia

Fue demasiado breve la síntesis de nuestro cielo. Dos flechas que inesperadamente se hacen pedazos entre sí, en pleno vuelo, manchando la aurora con cientos de piezas inconexas, flotando para siempre tras la almohada. Quedará un libro de nadie, haciendo tristes maromas para no desaparecer. Los restos de un escenario que momentáneamente nos vinculó con tizne de eternidad. Atrapados en nuestro refugio, calcados una y mil veces sobre ventanas que dan a la nada, creyendo una libertad sin alas, nos jorobamos, reprobados y hasta ilícitos, en una línea de tiempo que parece un espiral, pero que no lo es. Cunde un silencio de mentira en las veredas que insinúan cotillón sepia. Se raja la madrugada y, por supuesto, el sol se muere.

sábado, marzo 17, 2018

Casi las cuatro de la tarde

Me retiro a fumar
En la sombra
De nuestro último amor.

Amando con mi humo
La belleza lavada
De esta tarde con asado
Y eternos discos de jazz candombeado

Retirarse y saberse
Similar a cualquier arteria
Por donde la vida fluye
Líquida y finita.

Distante de la noche
Con la noche por delante
Pienso en sestear
E invade un olor de marihuana
A punto de cosecha.


jueves, marzo 15, 2018

Las Ánimas -21-

 Decidí cortarla a cuchillo, primero en tiras bien delgadas a favor de la veta y después en cubitos también diminutos.  Se trataba de un trozo bellísimo de solomillo de unos 600 gramos. Lo dejé reservado. La tía picaba la cebolla en pluma y los morrones en tiras de un milímetro con una fascinante gestión. Luego entre ambos, ahuecamos los zapallitos y las berenjenas, reservando su pulpa en un gran bowl de acero inoxidable. Enseguida se encendieron los quemadores y uno tras otro los ingredientes del relleno fueron siendo transformados y unificados por el poder de las energías en juego. 
  Algunos parientes y amigos se fueron durante la mañana, para almorzar esa tarde éramos solo 12 personas, tal vez los más íntimos. El resultado de nuestra dedicación y de la sumatoria de los poderes y el amor de ambos, fueron unas deliciosas berenjenas asadas, rellenas de queso, carne y panceta, mezclados con el propio relleno de los vegetales y una sofisticada selección de condimentos. La tía horneó todo en su moderno anáfe y sirvió acompañado de arroz blanco. Nos reunimos a la mesa, reuniéndonos en el ámbito cálido de la sombra, en medio del fondo dorado por la grandeza de un sol veraniego. 
 El inmenso perro echado a sus anchas, también al reparo de la sombra, se inflaba y desinflaba al ritmo de su respiración antigua y profunda. 
  Rolo estuvo casi toda la mañana sumido en una rara lejanía. Aunque se sintiese natural, podía darme cuenta que algo sucedía, y la mera figuración sobre qué era ese "algo", estremeció mis tripas, me hizo marear y lentamente, mientras el resto de los animados comensales ocupaba sus sitios, yo me iba cayendo hacia un espiral de pánico, como si algo que era incapaz de concebir, se me estuviese mostrando con terrible desnudez. En verdad estaba perdiendo los estribos, hasta que con justa precisión, la tía alzó su voz al llamarme. El timbre potente y firme me trajo de regreso, como cuando de niño me sumergía demasiado en mis pensamientos al ver la televisión, del mismo modo su voz ahora, me arranacaba de las garras del pánico. 
- Andá a traer el refresco, mijo. Y laváte esa cara antes de comer, que todavía tenés lagaña pegada en los ojos.
 Caí otra vez en la cotidiana realidad como si nada, nada hubiese sucedido. Haciendo explícito caso a su recomendación, fui primero al baño chico cercano a la cocina. Junté en mis manos un charco de agua parecido a un liquido corazón y me lo apliqué en el rostro. Luego otro y después un tercero, hasta que la estabilidad de mis emociones, recientemente desbocadas, volvió a ser firme e incuestionable. Usé una toalla de mano azul para secarme el rostro y su fresco olor a sol me dio el fundamento de los sucesos que aun restaban por acaecer. 

No corras más

Cantar con la misma pasión
Y sentir que al final
Nada murió, en ese adiós
Todo es pan,  todo es arroz
Cuando un silencio sufrido
Marca una senda de olvido
Fingido
Aburrido
Carcomido
Por la fuerza acalambrante
De lo que no se puede nombrar

Y ésta noche me asaltó
Esta lluvia me arrimó
Para querer explicar
Lo que supiste del arranque
Desde el comienzo del día.

Que tu cuerpo
Que tu memoria
Me hallarán muerto
Muerto de historias
Donde vos sos la Luz
María Victoria

Esos caprichosos bucles
Donde el amor es un lápiz
Que a duras penas se ve
A tientas en lo incerto 
Donde el vapor de un recuerdo
Y el ardor de una partida
Marcan pa buena
El stand by de esta vida.

Es que cada huella
Me avisa que así soy yo
Es que cada herida
Me desayuna
De lo imposible de su amor.

Chiflan los cerros
Migran las piedras
Para avisar que Murphy gobierna
En esta noche de alcohol
En la que de camisa azul
Tropiezo con una luna fina
Que desde un hueco en la lluvia
Acude a escucharme cantar. 

Todo parece ser precipicio
Todo se mira al espejo de perlas
Todo es reloj
Todo función
Todo una mínima par te
De una esperanza
De redención.

Nadie quiere asumir
Nadie dispuesto a abrir
Ninguno va a susurrar
"Mala mía"
Mientras los balcones
Sean solo balcones
Y lo que me dicen
Lo único que hay.

Yo guardo el secreto de tu canción
Yo soy la tumba que guarda tu pasión
Yo sé tu canción, tu lágrima escondida
Y sé sin ni siquiera saber
Cuál es la indefinible verdad
Que te vuelve imposible
Que atrapa tus alas
Alejándote de mi
Y de la triste arrogancia
De ésta última verdad
Que te digo siempre:

Volverás a mí
Antes de la muerte.

lunes, marzo 12, 2018

Tripartita de marzo

 Quiero arrancar las berenjenas que cubren su memoria. Quisiera asestar en la tiniebla, certeras flechas de luz y de memoria viva. Le explicaría que el tiempo nos reclama, que la luna nos grita entre las nubes que con apuro, barre la primer brisa del otoño. La calle esta llenita de flores. Vivimos transitando el eterno renacer de la sustancia universal. Somos una vuelta más en el motor de la conciencia, esos veloces engranajes infinitos que mueven los hilos de millones de títeres y duendes. Pero dirá que no. Va a decir que nada es todo lo que desea, que su amor prefiere la muerte, que su luz no quiere arrojar mi sombra por la ventana de la vida.

  Hoy soñé con la pequeña Eve, nunca totalmente desaparecida de mi memoria, ni siquiera de mi corazón. Soñé que hacíamos el amor entre pálidos tonos de pasteles que en momentos llegaban a envolvernos. Este aire de marzo me inyectó durante mi escaso tiempo durmiente, la tersa firmeza de sus muslos, su rojísima boca estallada en la palidez mortal de su piel. Fueron tan intensos los tonos de su cuerpo, tan empapados los incontables matices de rosa, que en mis sueños la deseaba con amoroso salvajismo. Desperté amarrado, deshuasado por la inesperada remoción de tales imágenes. Me pareció oler el perfume de su pelo en la medianoche de Jacinto Vera. La extrañé fugazmente al pasar cerca de una madreselva. 

 Gira la luz del cuarto en rítmica monotonía. El chorrito amarillo de la de bajo consumo, alcanza apenas para cubrir los objetos más expuestos, el resto vibra solapadamente en la sombra donde los mosquitos parecen aviones de combate. La luz de las estrellas ha empezado a cambiar, anochece más temprano. La vida de la ciudad ha alcanzado cierto nivel de madurez que resuelve en noches más largas, en más horas de luz artificial, en acolchados para el frío o dos pantalones. La noche de la Unión es bastante más silenciosa que la de la Aduana, allá la noche es de los gatos, mientras que acá son los perros los que ponen permanente flotación a sus llamados nocturnos. También hay un kiosco de 24 horas donde se pueden comprar cigarros y alfajores.

Servicio sanguinario

  Baker's es un balneareo de moda. La gente va porque la gente va, y así se juntan cantidades de personas que padecen en algunos casos, largas demoras y como en todas partes, algunos errores del personal.  Sin embargo, todos parecen disfrutar, vuelven y vuelven sin importarles mucho las dificultades a las que se exponen. En Baker's Se vende algo más que los mejores tragos de la ciudad; una selección cuidada de tapas (que con gusto admitirían una vuelta de tuerca creativa); e infinidades de litros de cerveza artesanal tirada. Baker's vende su magia, su aire coleccionable, vende a cada uno de los clientes que tenés al lado, ocupando con torpe alegría, todo el espacio disponible. Baker's vende su alma, la ofrece por todas partes, la regala, además, en la sonrisa de Laurita, la ofrece entre los hielos elegidos por la antena de Santi, pero yo creo que a su vez, el secreto de su éxito, también radica en la idea de Equipo que se practica en cada servicio. Trabajamos dando el 110% en cada comanda. Nuestra búsqueda se ejecuta en el ambito de la trascendencia personal, buscamos ceder a la corriente que emana su alma rebelde y exquisita, su identidad salvaje y servicial, borracha y feliz de celebrar las incontables formas de dar amor a los demás. Todos ahí dentro tenemos la intuitiva certeza que dar toda nuestra energía, nuestro sudor y nuestras lágrimas para que el que está al lado pase lo mejor posible, nos vuelve a todos un solo ser, más grande y más poderoso que la suma de todos nuestros poderes. 
  En Baker's hacemos sentir a nuestros clientes, huéspedes. Tratamos de conocerlos a todos, de darles un abrazo, de conocer con cariño sus predilecciones y sus mañas. Siempre tenemos tiempo, (aunque 400 personas colmen la vereda y la calle, queriendo que les demos nuestra atención y les demos en mano lo que a ellos se les ocurra) para establecer un vínculo de empatía con cada uno. Para hecerlos sonreír, para hacerlos sentir cuidados, queridos, respetados y hacerlos dar cuenta de lo que verdaderamente son: la piedra angular de nuestra empresa.
  Trabajar, y lo que es mucho más: formar parte orgánica del equipo, no es para cualquiera. El merecimiento es el único poder que nos ha juntado en ésta esquina del Universo. Cada uno de nosotros ha tenido que transitar demasiadas magias y calamidades, muchas lunas que amanecen, muchos callejones sin salida, de los que salimos con vida más allá de cualquier remota expectativa. No es la casualidad la que nos ha covocado, la que nos ha enseñado a ser capaces de dar todo y más, para que un desconocido tenga una maravillosa salida de amigos, una feliz borrachera. 
  entonces Santi llega solo al Bar Las Palmas y se sienta en la mesa conmigo, me ve y aunque borracho y aturdido por el cansancio fisico, es capaz de percibir la naturaleza de mi estado. Entonces va a pedir a la barra, creyendo que así podría acelerar el proceso. Demoró. Al salir se sentó en mi mesa y conversamos, por arriba, aunque un poco arrastrasemos las letras. Me pareció que en algunos momentos estaba ignorándome cuidadosamente. Hasta que de forma espontánea, aunamos conversaciones con las otras 3 mesas de afuera. Gente del interior, los de al lado de Artigas y los de atrás de Rocha. Yo no estoy ya pudiendo expresarme verbalmente. Me siento un aspirante a Marine tras completar 6 noches de intensivo entrenamiento. Me caigo del pedo. Santi se abre con tímida grandeza y en dos minutos se mete en el bolsillo a todos los presentes.
  Yo vivo del chupe, dice. Y yo me doy cuenta de la capacidad que tengo de hacer el dos. Andamos súper despegados de la normal condición. La mesa es una fiesta, el tipo compra una chela más y sirve en los vasos de los pocos que aceptaron otra vuelta. Las risas y los chistes tontos se entremezclan con trazos de bajo vuelo filosófico. Van a ser las 7:12 am. Corro a morir en la cama. El lunes el bar va a ser una perla de humo que se dormirá temprano. Pero somos nosotros. Seremos nosotros porque hoy fuimoa nosotros. Comandantes de nuestro destino y agitando nuestra bandera de amor aunque se venga el mundo abajo. 

sábado, marzo 10, 2018

Las Ánimas -20-

Entonces la mirada de mi tía se posó en algo indeterminado sobre mi hombro izquierdo. Sentí un inesperado estremecimiento cuando la voz de Beatríz sonó justo detrás de mi oído. La sangre se me volvió cayena en las arterias a la vez que ella me dijo:
- Se te nota que allá en la ciudad no tenes caballo.
  Toda una cadena de sucesos olvidados, llovieron sobre la inmediatez de aquel momento, convirtiendo la placidez de la mañana en un enigma. Me sentí descolocado. Era verdad. Tal vez hubiesen pasado algo más de 6 años desde la última vez que monté a caballo en la sierra. 
  El nombre Ladiana fue una patada en el pecho. Mi yegua blanca, mi compañera de toda la juventud. La había olvidado, o tal vez bloqueado. Sí, tenía toda la tristísima historia bloqueada en la memoria. 
  - Hoy vas a salir a dar una vuelta. El vecino de don Claudio te la va a traer esta tarde, se llama Polka. - dijo mi tía.
 - Este está como el chocolate cuando lo estas templando. Solo algunas de sus cristalizaciones son estables. Pero si se hace bien, los cristales terminan siendo contagiados por la estabilidad y fuah!! Preciosos te quedan.
 No me entusiasmó demasiado la idea, de hecho sucumbí ante una ansiedad que aceleró todavía más a mi corazón y me desconocí al darme cuenta a qué tipo de represiones me estuve sometiendo al escapar a Buenos Aires y creí entender por qué lo hice. El nombre Ladiana fue una patada en restosel pecho. 
 Por primera vez en un largo tiempo, similar a la eternidad, volvía a evocar a mi amada yegua criolla, a recordar los pulsos de su sangre caliente, la frugalidad de su espíritu serrano, su mirada brava, su paseo alegre y certero. Sentí en las manos el áspero cariño de su gris pelaje, de su crin blanca gastada. 
 - Bueno, tampoco andes mariconeando. Ahora vamos a cocinar el almuerzo, vos y yo y ya está. - dijo mi tía, arreando de a 6, 2 docenas de berenjenas pequeñas pero muy frescas, de excelente color. Tan pronto las terminó de depositar me instó a que pusiera manos a la obra sin hacer demasiadas preguntas. Mi aprensión se desnavaneció.
  Seleccioné un ajo de la ristra que eternamente alejaba a los vampiros de la cocina. Dos grandes morrones rojos. Abrí la heladera, la abundancia de colores y de productos me produjo una sensación de sosiego y de felicidad ante la cual las posibilidades se dispararon. 
Beatríz nos miraba ahora con aire curioso y benevolente. 
- Usa la mozzarella de Búfala que trajo tu madre, si la trajo para vos, no se la llegas a usar y le viene algo pobre. 
 Una genia, mamá. Sabía que era uno de mis productos favoritos del mundo y tuvo el silencioso detalle de traerlo. Así que tomé el paquete cerrado al vacío y disfrutando tanto ese acto, lo puse entre los demás ingredientes sobre la mesada. 
  Crema de leche. Un buen trozo de panceta, se ve que su existencia era desconocida para mi padrino, quien de haber sabido la hubiese asado en su parrilla sin dudarlo. Un bollón con aceitunas negras. Un paquete de manteca. 
 Tití puso zapallitos, un cebollas de verdeo, dos grandes trozos de queso, uno cuartirolo y otro más pequeño de queso parmesano. En un momento la cocina estaba llena otra vez de aromas y de colores que anunciaban el comienzo del ritual de nuestra total predilección. 
 - Hay una bolsa negra en la heladera con un pedazo de pulpa, la escondí de tu padrino porque viste cómo es, no?
 - Sí.
 - Bueno, agarrála y en un momentito la pasas por la procesadora. 

Homenaje a Carlos Modernel

Mi página en blanco
Mi birra postergada
Cuando llega la despedida de soltero
Al bar Las Palmas. 

Nadie anda ya sobrio
Porque nos apoderamos
De lo poco que nos queda
Y de aquello que no existe.

Corta el alba acá cerquita
Vuelcan relojes como girasoles
Ruedan saltando
Mientras desvastan al tiempo 

Y me saluda un parroquiano de siempre
Mientras casi todo es murga
Cuando las pibas pisan en falso
Haciéndose las serias
Y delatan de último
La gravedad de su borrachera
Sobre la que orbitan cantando
Los versos de esta poesía. 

Alguien abre una caja de vino
Con los dientes pelados
Alguien fuma un cigarro en esta esquina
Y la muerte atenta
Siempre detrás del sol
Saca fotos y apunta tristezas
En las mesas que ya no están.

En los párpados caídos
En las manos agarrotadas
En el meneo cansino
De todos los presentes 
Se lee el diario secreto
Que redactó el murmullo
Inagotable
E inenarrable
De ésta noche épica. 

Yo, máquina de inercia
Yo, residuo incandescente
De mis propias virtudes
Yo:
Pataleo entre risas chiquitas
Y agendo memorias
En parches y veredas desoladas.

Buscaré la forma
De evitar decir "almendra"
"Café que no tomamos"
"Playa vacía"
"Noche de vino y de estufa"
Porque en un acto reflejo
La rebelde estupidez de mis dedos
Escribirá Leyenda
Flor inmortal
Y alarido subterráneo. 

Hay un punto en el que todas las Retiradas
Adquieren un sentido y un espesor
Que es en vano tratar de transcribir
Sé que no podría encapsular en versos
Aquello que ni flota ni se hunde
Aquello que trasciende
La bella vulgaridad humana
La breve eternidad de estas palabras
Aunque igual las tiro...
Las desbarazo en la tuerbiedad del pasado
Y sigo camino
Al darme cuenta que la de campera de cuero
Otra vez me ha vuelto a mirar. 

Imagino tenerla en mis brazos
Y perderla en la claridad del día
Dejarla ir con la careta que le puse
Imagino su aroma, su oscuridad.

Y sigo viaje.
No me interesa.

Pero un borracho canta a Modernel
Y la Colombina vuelve a ser
Después de que se unen otros dos
La reina reinventada
La rosa y el filo de las espadas
En medio de su apasionada desafinación

Y en mis oídos Falta y Resto
Y hoy los pibes de la Cata
Y después el utilero de La Muñeca
Y Pastrana y el Canario
Y la farsa y la realidad
Serán por siempre
La misma materia que ríe. 




viernes, marzo 09, 2018

Las Ánimas -19-

Ingresé junto a ella al ámbito pesado de la cocina. La falta de olor a comida me resultó notable. La Tía se dio vuelta y comenzó a buscar cosas en los canastos de verdura. Yo sentía una duda fundamental acerca de si hacer o no, preguntas sobre los curiosos eventos ocurridos. A la vez me sentía ridículo y mi mente luchaba por convencerme que todo fue un error de mi percepción y que exponerle mis temores a la tía me dejaría en la posición de un loco. 
- Qué te pasa, Hernán?
- Nada. - mi voz se aflautó como la de un niño. 
- Ah... 
- Ya te vas a poner a cocinar para el amuerzo, Tití?
- No te importa.
- Eh? 
- Que no te importa, digo, que lo único que te importa a vos es saber si te estamos jorobando con Beatríz... Y la gurisa.
  Me reí y el sonido de mi risa fue como un papel arrugándose en la penumbra del mediodía dentro de la cocina. Su sabiduría y el conocimiento que ella tenía sobre mi persona, jamás terminaba de sorprenderme. También sentí un poco de miedo.
- Tenés que saber que la cocina es transformación.
- Lo sé.
- No sabes un carajo a la vela, nene. 
 Se dio vuelta apoyando ambas palmas sobre la mesada central, encarándome. Sus ojos centelleaban, fui diminuto, insignificante y por supuesto, no sabía un carajo a la vela. 

- Qué pasó recién con el pan y todo eso, me pareció como si vos y Beatríz estuviesen jodiendo conmigo. Me hicieron sentir un pelotudo, como si todo lo que yo sé de cocina no valiese un carajo.

- Es que no lo vale, mi amor.

- No seas mala, tía, lo que ne hicieron no existe.

-Si existirá, nene, todo eso que no podemos explicar con lo poco que nos enseñaron en la escuela. Y ni siquiera vos, que estudiaste en la Facultad, nadie, pero nadie se anima a ir más lejos que el Cerro que tiene enfrente. Es como si nos mintieran toda una vida, haciéndonos creer que esto es sólo esto. Que esta pileta es solo ésta pileta. Que este vaso es simplemente un vaso. Que el pan que hizo hoy Beatríz, era solamente un pan.

- Y qué era, tia?

- No te diste cuenta que el único que se percató de lo que hizo Bea, fuiste vos?

- Sí, claro. Fue lo que más me dejó pintado, pensé que me estaba volviendo loco.


- Y sí, te estás volviendo loco. 

miércoles, marzo 07, 2018

El Mal de Holmes

Escaleras con molestias quieren hablarme de aquellos abrazos indescriptibles. Me tropiezo al subirlas absorto, pensando en su ser, dándome amor. Encontré en mi nuevo hogar, los restos de nuestra última reconciliación, me perdí de imrpovisto en el recuerdo de aquel 12 de enero, en el que lloré con ella, en el que vi su sonrisa, en el que bajó del taxi con toda su magia reunida en un reproche y una entrega que no he vuelto a disfrutar. Se fue, porque se vive yendo, se volvió a ir y yo me quedé con mi vida en una valija, con una flor que se marchita entre todos mis poemas. Anduve dando vueltas, cantándole aunque se tape los oídos, amándola aunque se tape el corazón con un silencio tramposo que muestra la hilacha al dejar su huella camuflada en las calles de este blog, que hace tiempo es SU blog. Porque arranca de mi alma, esa búsqueda vehemente de conjurar lo inenarrable, porque sigue su camino, ese que yo tan sólo atisbé, con lo peor de mi imaginación; porque una noche sin aviso, volvió a matar con ignorancia virtual a mis súplicas de abogado vencido. Me dejó plantado ante el altar de un nuevo carnaval, confirmando sin culpa, la falsedad de todos sus argumentos. Ni siquiera he hecho los números de su aplastante vaciamiento, para no constatar que soy juguete de su deseo, por siempre indeterminado. Entonces me estropeo, tomo café rato después que haya salido el sol, encuentro en la mirada del monstruo, el orgasmo horrible de la soledad. Se desintegra la integridad de mi ser, una fuga ahogada en un mar de gente que toma tragos. Parece que necesitara romper toda la cristalería del orden, para intentar explicar por qué duele tanto dolor. Entonces pienso que es todo una estafa y que los responsables pueden ser seres que ni siquiera concebimos como posibles. Miro los relojes y sé que estan todos atrasados, que la abominable mentira es la única verdad entre tantas chozas de vacío y de violencia. Que alguien entienda la carne cortada a machete, el llanto paralizante de una mujer pariendo. 
 Cómo pararse ante la pura maldad. Cómo agarrar antena cuando la estática revienta en repugnante flagelo. Cuánta culpa tiene uno de todos los males de éste mundo?
  Vagar en la ventana del olvido por ahora es lo único que desearía hacer ahora. El mal de Holmes me aborda de maneras que me resultan agobiantes. Debo anclarme ante las olas de la muerte y soportar todas las ausencias que tiñen mi noche de alcohol y de mesas podridas. 
   Ya amaneció hace rato. Voy a dormir. 

martes, marzo 06, 2018

Las Ánimas -18-

  El desayuno estaba en manos de la familia. Solo surcaba el aire, apenas, el murmullo de la muchedumbre masticando. Los niños fueron los primeros en pegotearse todos, pero enseguida todos teníamos un poco de naranja en las manos o en las comisuras de los labios. 
 La consistencia del pan era solo comparable a su delicioso sabor, todos los ojos en el fondo de la casona, se querían dar vuelta del gusto, algunos, como el de mi primo Rolo, de hecho lo hacían y acompañaban con graves mugidos, la sabrosísima ingesta.   Entonces empezaron las charlas con la boca llena, y los mates volvieron a girar, y el cielo de la tarde recobró su movimiento, y la mañana se animó de júbilo y de verano.
  Tiempo después, de regreso en Serrana, comenzamos a servir Brusquetas de naranja a la plancha, le adicioné un toque de chocolate blanco fundido y sobre el mismo, un dado de mango y un detalle de menta fresca para decorar. El resultado fue un verdadero éxito, aunque Miguel tuvo que hacer instalar en la cocina, una pequeña plancha exclusiva para elaboraciones dulces.  En la misma tónica y gracias a aquel regero hermoso a Lavalleja, a aquella mañana de enero, agregué a la nueva carta una Focaccia de uvas, que no fue tan popular en las meriendas como lo fue la brusqueta, pero que yo adoraba elaborar y también comer. 
  Mientras degustaba la blanda miga, la crocante y suave corteza, mezclada con dulce y ácido sabor ahumado de la naranja; mientras todos comían el resultado de la fusión de mi amor y de la magia de Beatriz, yo pensé en qué expresión pondría Valeria de haber probado aquel manjar. Me sorprendió y hasta me extrañó la irrupción de su rostro en mi imaginación, hacía tiempo que la cocina me devolvía paisajes, momentos, historias, pero jamás mujeres. De hecho le había pedido a Miguel que retirase del menu el Filet mignon con puré de batata blanca demi-glacé, porque no podía evitar el sabor de la boca de Lara, de su sonrisa de placer al comerla, de sus palabras de elogio, de su insistente voluntad de pedirle a Miguel que se la preparase una tarde muy próxima a su inesperada partida. No podía ni verla de refilón en la carta... Y Miguel, sin objeciones ni cuestionamientos, entendiendo sin preguntar nada, el motivo de mi extraña petición, la retiró de la carta y jamás la volvió a preparar en mi presencia.
  Esa mañana y sin ninguna explicación ni deseo previo de mi parte, el sabor de la Brusqueta de naranja a la plancha, me quedó asociado a la expresión imaginaria de los labios de Valeria, de por vida. 

  1.   Cerca del mediodía, pocos minutos después de las 12, solo quedaban del pan, sus migas; y de la naranja a la plancha, los cuatro pequeños bowls vacíos y el grande, con las marcas de la espátula apretadas contra unos restos insignificantes. Yo seguía pensando en Valeria. Por un instante, la evocación de su voz y de su perfume fue tan intensa que me quedé mirando al vacio. Cuando recobré la linealidad de mi consciencia, sentí la mirada de mi tía como un punzón en mi pecho. Levanté la cabeza y ahí estaba, parada en la puerta de la cocina que da al amplio fondo, mirândome fijamente y sonriendo como de soslayo. Me hizo un gesto con la pera, como para que fuese donde ella estaba. En un principio, su capacidad de leerme me hizo sentir vulnerable y hasta algo avergonzado, pero enseguida cedí, engatusado por mi eterno afán de su contención, me puse de pie y caminé hasta ella. El sol caía recto, rodeando con incipiente intensidad la fresca sombra bajo la cual, casi todos hallaban reposo.

lunes, marzo 05, 2018

Las Ánimas -17-

(capítulo anterior) 

Pasé cuestión de un minuto o tal vez dos, sumido en una honda parálisis. Nadie excepto yo había parecido notar lo sucedido. Tampoco pude hallar la energía necesaria para expresar mi incredulidad. La tarde proseguía mansa e inalterable. Mis oídos, como tapados por la fuerza de la magia de las dos viejas, no podían acusar ya el juego de loa niños, ni la conversación de mis tíos, sólo un sonido lejano y ensordecido, como una estática. Busqué a mi madre con la mirada por todo el lugar y no la encontré. 
- Mamá? - pregunté en vos alta mirando a Beatríz. 
- No mijo, soy Beatríz. Tu mamá tuvo que ir hasta minas con Angélica. 
- Ah...
- Mirá, Olga. Tu gurí nunca había visto cocinar tan ligero. Y eso que es el Gran Cheff, allá en Buenos Aires.  Se quedó pidiendo por la mamá, pobre. 
- Dejálo, chiquito. - dijo mi tía apareciendo, otra vez, de la nada. Me abrazó con ternura y en sus brazos, todo se sintió completamente natural. Ya no me importaba lo descabellado de la situación.
- Ustedes estan locas...
- No, mi amor, todos estamos locos. Vos el que más. - me abraza, sacudiéndome despacio, como a un bebé mimoso. 
- Alcahuete salió el guacho. - ladró mi padrino al ver mis ojitos chinos de amor.
- Vos porque sos re feo, padrino. No te abraza ni el oso Yogui.
  Ahí viene Beatríz con un viejo cuchillo para pan. Ahí la veo concentrada, mirando el legendario pan de campo, parado en la tabla como un gigantesco sapo dorado. Ella lo mira calculándolo, midiéndolo. Yo la estoy mirando totalmente hipnotizado. Primero quitó los dos cocos, sacando dos pequeñas piezas idénticas que reservó a un costado. Luego tocó la cara de la miga con el costado plano del cuchillo. Entonces comenzó a cortar rebanadas tan parejas y perfectas que volví a sentirme maravillado. Su gestión de corte era maravillosa. Me empiezo a preguntar cuánto estuve bloqueando mis propios recuerdos mientras estaba ausente. Veo sus manos, me parecen increíblemente jóvenes y vigorosas. Levanto la vista y la atención de la familia era tan grande como la expresión de fascinación en sus ojos, todos enfocados en las manos y en pan inmenso. 
  Llegando al sector medio del pan, cuando las rebanadas comenzaron a ser ya muy grandes como para mantener cierta estabilidad, empezó a cortar desde el lado opuesto. Cuando llegó al mismo punto del otro lado, cortó el corazón d pan a la mitad, por arriba y apoyándolo en la miga lo cortó en el sentido que le permitía sacar rebanadas parejas y similares al resto, pero con un borde menos. El tío Hugo al ver esas piezas se apresuró en decir: 
- Ah! Yo voy a querer de esas.
- Todo el mundo quiere esas, Hugo.
- Sí, pero yo canté. Tengo el uno amigos!!
- déjate de jorobar porque no te voy a dar nada. 
- Que vaya a la despensa, Beatríz, si quiere pan. 
- Che! Y las naranajas esas?
- El invento raro del banana este...
- Rolo va a comer el pan con caca del perro de la tía, me parece. 
  Me acerqué al bowl, otrora quemante. Su temperatura no era nada alta, había templado bastante. Se podría ir dejando untar. Se me ocurrió distribuirla en recipientes más pequeños, para bajar un poco más su temperatura y a la vez, multiplicar los puntos de acceso para los ansiosos comensales, que hacía rato venían haciendo patria a mate y pucho. 
  Los encontré enseguida dentro de la cocina y traje además unas palitas de madera. Antes que Beatríz terminase de emplatar las numerosas rebanadas de pan, yo dividí la mezcla de naranjas en cuatro pequeños bowls, los mismos que fueron usados la noche anterior para la ensalada de frutas. 

domingo, marzo 04, 2018

Bares y cometas

Una ráfaga de furia
Surca los mapas de mi sangre
Acumulo en este silencio
Toda la hostilidad del hierro

Mi cuerpo es todo cansancio
Por las oleadas de bichos sedientos
Eternamente insatisfechos
Que al final del día
Pagan mis sueños y mi birra

Es más que interesante
Como la poesía puede volverse
Roca y guerra
Metralla y granada
Fuego atronador
Contra cosas sin sentido.

Hoy tengo los cuchillos
Cantando a flor de piel
Un pájaro prehistórico
Que amenaza destrucciones
Colosales.

Por suerte todavía es de noche
Y la sustancia oscura del cielo
Ampara al demonio que me carga

Último retorno a la Aduana

La felicidad usa máscaras siniestras
Para mí, esta noche. 

Después la Unión
Donde mis ritos trasnochados
Hallarán austero remanso
Marzo será una goma
Un viento como cortina
Que va a iluminar 
La más bella de las mañanas. 

Pongo entonces
Esa canción
Que ella le cantará a sus hijos.
Vuelo bajo
Y agradezco
Que mi veneno
Sea un símil de anestesia
Para roturas y amalgamas
Interminables.

Ahora no hay dolor
Esa persiana que amarra corazones
Solo una estática
Que dice adiós

Banco tormentas
Aferrado a esta ciudad
Soplo polvos y desiertos
Donde una flor es una nota
En una canción de nadie. 

Soy de el licor
Soy de la sombra fresca
Y la luna que agoniza
Partida como mis huesos
Somos la misma materia
La misma almena en las honduras
Y todo canta siempre.


sábado, marzo 03, 2018

Lo poco que tengo esta noche.

Dicen que una vez
Una murga cantó
La canción más linda
Del mundo...

Nadie la oyó
Pero desde el puerto
Y muy cada tanto
Los versos primitivos
De la canción más linda
Vuelven a ser cantados
Por un transeúnte sin nombre
Que vuelve al amanecer
Lleno de amor y de sueños
En alas de la más burda inspiración
Vuelve lleno de olvido
Con alas de cartón
Casi hechas polvo
Vuelve cantando murga
En la ciudad que se despierta
Entre miles de trasnochados
Y veredas barridas
Vuelve con el corazón abierto
Cantando la canción más linda.

Aunque todo alrededor
Sea solo un girar de dados
Sin sentido
O acaso y con suerte
La devolución precisa
De todos los poderes 
Que nos guían.

Yo apenas soy testigo
Escriba maldito
En el atiborrado Bar Las Palmas
Del amanecer.

Tengo una caja de cigarros
Como la gente
Un calzado y una cerveza
Como la gente
Tengo un encendedor
Como la gente
Una tristeza y una soledad
Como toda la gente

Pero tengo también un valor
Un amor, una pasión
Un corazón y una inspiración
Que no son de éste mundo. 

Tengo dos pequeñas alas de cartón
Que me sirven para volar a todos lados
Tengo una urgencia distinta
Tengo marcada en las palabras
La certeza de mi muerte

Y otra vez quiero decir: te extraño
Pero digo comadrejas y pistones
En alucinante procesión de espejos
Que podrían ser la vida misma
Pero no lo sé...

Un Fénix me prestó su vuelo
Y el ejercito del alba
Sabrá responder siempre por mí
...Pero espero una carta
Que sé no ha de llegar.

Y estoy borracho, eso sí
Porque los dioses del adiós y los excesos
Inflan y empujan
Mi trastornada voluntad de niño.

Porque la luna gobierna siempre
Las mareas aturdidas de mi sangre
Y me debo a todas las flores
Y a esos invisibles pájaros de la noche
"Que nunca vemos"

Hay un bullicio en el bar
Increíble
Un escándalo de amanecidos
Vociferantes
Y ómnibus cargados de sombras

Hay una sinfonía de voces
Y de vasos
Sobre la cuál
Te canto en caractéres
Esta canción para el olvido. 

El ruido tapa a lo que suena
En mis propios auriculares
Y Montevideo se rasca inquieta
En su sorpresa de júbilo
Y su dolencia centenaria.

Mi vejiga se rebela sin anuncio
Y rumbo al baño me encuentro a Mati Low
(el más reciente director de mi propia murga)
Y acá se termina el poema
...pero no la fiesta. 


viernes, marzo 02, 2018

Las Ánimas -16-


  Me di vuelta para tratar de justificarme,  pero mi tía ya no estaba atrás mío, sino que estaba parada en la otra punta, hablando con mamá, casi en secreto. Estuve al borde de caer en pánico, pero el bowl seguía quemando mis manos y en verdad fue un segundo larguísimo el que transcurrió hasta que mis músculos reaccionaron por si solos, soltando el coso caliente sobre la mesa, casi en cámara lenta. La mirada perpleja del papá de Rolo, me hizo tomar conciencia de todo lo que demoré en darme cuenta que me estaba quemando. 
  Algunos chiquilines chicos vinieron a intentar comer un poco, atraídos por lo peculiar de su aroma, teniendo yo que explicarles que no, que estan locos, que si llegan a comer una cucharada se les puede llegar a morir la lengua para siempre. 
 Antes que los gurises llegaran corriendo a la otra punta del fondo, divertidamente atormentados por mi amenaza, en otro acto de inexplicable pericia culinaria, Beatríz, a sus 76 años, saca del horno con una larga pala de madera, una inmensa y perfecta pieza de pan de campo, y con la gracia de una mariposa milenaria, la depositó sobre la mesa, justo a un costado, sobre una tabla, del bowl de vidrio que yo acababa de dejar ahí. Me quedé mudo. Mi padrino avanzó sobre el pan como si se tratase del verdadero Santo Grial, y Beatríz, esgrimiendo su pala, le dijo a los hombres, imitándome:
- Si llegan a comer una cucharada se les pueden morir las bolas PARA SIEMPRE!.
  Con gran dignidad, mi padrino se retrotrajo hacia su asiento y salió de la escena. Yo seguía sin palabras, me parecía realmente inverosímil que el gigantesco pan hubiese logrado tal punto de cocción en tan poquísimo tiempo. Creí haberla visto poner el pan cuando llevaba yo apenas 4 minutos preparando la naranja. Beatríz se dio cuenta de lo que me sucedía al notarme claramente perplejo. Me tocó con la punta de la pala y me dijo:
 - Fue el leudado a la sombra de este Paraíso lo que me ayudó a que me saliera tan bien. 
- Dejáte de joder, Beatríz. Es imposible que hayas cocinado semejante pieza de..
  Desde atrás surgió mi Tía Olga, con una risita entre dientes que me ocasionó el cagazo de mi vida. 
  Me di vuelta con inmediata palidez.
- Y vos le ibas a enseñar a ella cómo hacer un pan de campo, pero por favor!!
  Ambas ríeron con su llantito de viejas frívolas y yo me amargué al sentirme fuera de la magia de su mundo. Como un nene de mamá en los eternos preliminares de un purgatorio gastronómico, en el que las dos mujeres eran Gardel y Lepera, o Emiliano y el Zurdo, ponéle. 
  

Los Fallos

Cielo de insoportable blanco
Cubre un silencio atorrante
En el que no se escuchan los fallos
Ni los grillos
Ni el susurro del asfalto
Ni la novedad de las aves
Pero sonará mi voz
Quebrándose como papel
Al cantar la retirada
Del carnaval sin su abrazo.

Llego a las Palmas
Usando una camisa nueva
Y la luna es casi todo...
El resto es Pinocho Sosa
Tomándose la pera al celebrar

Creí ver por la calle Guayabos
Los harapos del disfraz de Momo
Perderse en la lejanía
Dejando sólo purpurina
En la resaca plateada de la noche. 

Hora matanza...
Llega mi pizza
Que con Patricia
Son mi arrogancia
En esta cúspide
Casi desértica

Las noches de retornar a la Aduana
Están llegando a su fin
Será otro barrio, no lejano
Que reciba el embrujo
De mis dolores amanecientes.

Porque todavía canta
El tumulto de mis tripas
Todavía bombea el reloj en mi sangre
Restan en la baraja
Miles de reyes de corazones
Que atajarán soñando
La melodía secreta del amor. 

Voy por la fiesta que viene
Por la que nunca termina.