sábado, marzo 03, 2018

Lo poco que tengo esta noche.

Dicen que una vez
Una murga cantó
La canción más linda
Del mundo...

Nadie la oyó
Pero desde el puerto
Y muy cada tanto
Los versos primitivos
De la canción más linda
Vuelven a ser cantados
Por un transeúnte sin nombre
Que vuelve al amanecer
Lleno de amor y de sueños
En alas de la más burda inspiración
Vuelve lleno de olvido
Con alas de cartón
Casi hechas polvo
Vuelve cantando murga
En la ciudad que se despierta
Entre miles de trasnochados
Y veredas barridas
Vuelve con el corazón abierto
Cantando la canción más linda.

Aunque todo alrededor
Sea solo un girar de dados
Sin sentido
O acaso y con suerte
La devolución precisa
De todos los poderes 
Que nos guían.

Yo apenas soy testigo
Escriba maldito
En el atiborrado Bar Las Palmas
Del amanecer.

Tengo una caja de cigarros
Como la gente
Un calzado y una cerveza
Como la gente
Tengo un encendedor
Como la gente
Una tristeza y una soledad
Como toda la gente

Pero tengo también un valor
Un amor, una pasión
Un corazón y una inspiración
Que no son de éste mundo. 

Tengo dos pequeñas alas de cartón
Que me sirven para volar a todos lados
Tengo una urgencia distinta
Tengo marcada en las palabras
La certeza de mi muerte

Y otra vez quiero decir: te extraño
Pero digo comadrejas y pistones
En alucinante procesión de espejos
Que podrían ser la vida misma
Pero no lo sé...

Un Fénix me prestó su vuelo
Y el ejercito del alba
Sabrá responder siempre por mí
...Pero espero una carta
Que sé no ha de llegar.

Y estoy borracho, eso sí
Porque los dioses del adiós y los excesos
Inflan y empujan
Mi trastornada voluntad de niño.

Porque la luna gobierna siempre
Las mareas aturdidas de mi sangre
Y me debo a todas las flores
Y a esos invisibles pájaros de la noche
"Que nunca vemos"

Hay un bullicio en el bar
Increíble
Un escándalo de amanecidos
Vociferantes
Y ómnibus cargados de sombras

Hay una sinfonía de voces
Y de vasos
Sobre la cuál
Te canto en caractéres
Esta canción para el olvido. 

El ruido tapa a lo que suena
En mis propios auriculares
Y Montevideo se rasca inquieta
En su sorpresa de júbilo
Y su dolencia centenaria.

Mi vejiga se rebela sin anuncio
Y rumbo al baño me encuentro a Mati Low
(el más reciente director de mi propia murga)
Y acá se termina el poema
...pero no la fiesta. 


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