miércoles, mayo 29, 2019

Cita de Kierkegaard

(Suena i won't be your beast of burden, de los Stones)

Nos encontramos en el bar a la hora acordada. Llegó él hasta mí, dado que lo esperaba sentado de antemano en la mesa 106. Un bajo fanal de vidrio sobre ésta (la mesa), contenía un poco de agua donde flotaba una velita. La infaltable concha con aceitunas comenzaba a presentar una actitud deficitaria cuando mi amigo llegó, tomó asiento y me dio la mano.

No terminó de pasar una hora y ya habíamos liquidado una Horda de Tragos, nombre que le dábamos con Gerbett a la hábil maniobra que ejecutábamos para embriagarnos sin demora. En lugar de ordenar varias rondas (y someternos a las demoras que ocasiona el servicio que a nosotros nos parecía el mejor de la ciudad), encargábamos todos juntos, bebiendo en el orden que la bebida se va "degradando". Whisky Monkey Shoulder con hielo y whiskey Monkey Shoulder sin hielo. Cada Horda constaba en seis vasos que, ahora, acaparaban la mesa impúdicos en su vacío.

(suena un extraño remix de Redemption Songs de Marley)

Yo intentaba convencer a Gerbett que la clásica niebla londinense respondía a la cantidad de cigarrillos que se fumaba, por su parte mi amigo no paraba de hablar de lo cara que está la bajada de bandera en el taxi, y algo relacionado a la primera guerra mundial. No fue hasta terminada la segunda Horda que alcanzamos un acuerdo, y se dispersaron por fin, los ásperos ánimos de la discusión. Laurita (la única moza que nosotros admitíamos) nos miraba detenidamente cada vez que pasaba cerca de nuestra mesa. En determinado momento, tal vez cerca de la una de la noche, Gerbett me confesó que su reciente alejamiento fue provocado por las reiteradas amenazas que la banda de Selva efectuó sobre su persona para disuadirlo de avanzar en la senda del teatro Montevideano.
-Me cuesta creer que Selva pierda tiempo en querer interrumpir nuestra corriente creativa. -dije, escupiendo.
- A mí me cuesta creer que solamente me hayan contactado a mí, siendo que vos sos el que se encarga de la producción. Aunque al menos los Selva me reconocen como el artífice de la genialidad.

- Es evidente que sus informantes no están haciendo bien su trabajo. Al final de cuentas todo se resume a esa famosa cita de Kierkegaard "jamás conoceremos al otro desde la frontera difusa entre lo personal y lo preacordado"
- Kierkegaard, jamás dijo eso.
- Tal vez fue Erich Frömm.
- Estoy seguro que Frömm tampoco dijo eso en su vida.
- Te das cuenta que es virtualmente imposible que puedas afirmar categóricamente tal cosa. Aunque puede que lo haya dicho Pepín Bello... Mi ágrafo predilecto.
- Odio a los ágrafos, pedantes de mierda, Sócrates, don Juan, Jesús... Pepín Bello. Siempre con misterios, siempre ocultando cosas, dando via libre a todo tipo de malos entendidos, holgazanes, me dan náusea.
- Laurita! Otra Horda, porfavor.

jueves, mayo 23, 2019

Piedad de jabón


Pasé un mes entero sin tener novedades de mi amigo Baltasar Gerbett. Con las negociaciones para la producción de la obra en punto muerto, me dediqué a escribir el guión de un corto independiente que llevaría por título "El Uber del Tiempo". El filme de 18 minutos, aparecería más de la mitad en tonos de sepia, e iba a versar sobre las fortunas y desventuras de un usuario del afamado servicio, quien al contrario de lo que el gran público hubiese preferido, no lo utilizaba para evitar enmendar los desaciertos propios del pasado, ni para prevenir los errores que lo llevaron a finalizar una relación amorosa, ni para dusminuir la procrastinación que lo llevó a abandonar una prometedora carrera como profesor de educación física, ni para correr a compar a dólares antes de la crisis del 2002, hecho que al personaje hubiese convenido de grande manera, máxime por haber comprado diversas propiedades inmobiliarias en la moneda Estadounidense, apenas meses antes de la corrida bancaria y la ruptura del margen de flotación establecido por el Banco Central.

Éste usuario, ahora de muy humildes recursos, a quien entre lecturas de diversos catálogos de Nuvó, decidí llamar Folleto, utilizaría  los servicios del Uber del Tiempo para asistir al teatro Cibils, en la calle Ituzaingó, al dd/mm/aa, con la finalidad de intentar prevenir el atentado contra el general Máximo Santos, o al menos presenciar el suicidio de su atacante, y en caso de ser posible, escupir, gruñir o hasta insultar sobre el cadáver del acobardado magnicida.

La idea fue algo vaga en una primera instancia, lo reconozco. Sin embargo después del minuto 4, mi pasión fue in crescendo hasta alcanzar niveles de éxtasis narrativo pocas veces experimentado. Momentos antes de escribir el febril y casi sinfónico final del guión, decidí abandonarlo para siempre, luego de haberme erizado reiteradas veces recordando el sonido que produce un marcador permanente sobre el papel.

En ese momento, después de un vaso de ginebra con soda de naranja y casi medio paquete de Galousies, decidí abocarme a la escultura y retomar mi reproducción de la piedad de Miguel Ángel sobre una barra vieja de jabón Bão. Gerbet y yo siempre tuvimos una sana competencia sobre quién era capaz de hacer la mayor cantidad de réplicas de los grandes maestros del Renacimiento, casi siempre utilizando, para esto, las más dispares y miserables técnicas, dada nuestra falta total de materiales. Se me encimó una considerable cantidad de nostalgia y se me antojaba una buena noche de Baker's bar con el Balta. Le envié, tras corregir algunas imperfecciones en la barba de Cristo, un audio de Instagram a mi amigo: - DELTA-X-DELTA, acá Northen Light. Es preciso que nos reunamos en la calle charrúa, donde usted ya sabe, a las 2351 horas, sé que me escucha y que dado la hora actual, se encuentra usted viendo Mastercheff, así que espero finalize el mencionado show para recibir su afirmativa respuesta.
Ni cuarenta segundos transcurrieron hasta que apareció en pantalla su respuesta. Ok. 

martes, mayo 14, 2019

Thomas Whitecastle

A lo largo del último mes, tuve oportunidad de pasar reiteradas veces por la calle Juan Carlos Gómez durante la hora 9. Por lo general voy absorto en mis propios pensamientos, entre los que nunca faltan, como bien saben quienes me conocen, el vuelo de las partículas de polvo, el errático comportamiento de los qubits y, casi siempre, el porcentaje de hidratación que debe tener la pizza ideal. 

No obstante, ayer me sentía intrépido, aventurero y propenso a tomar decisiones que me ayudasen a cambiar el rumbo de mis días rutinarios. Fue entonces que pasé por la puerta de una coqueta oficina,  nunca antes sentí interés por ella, ésta vez me detuve como guiado por un poder superior, en el que nunca he creído, a través de las ventanas se podría apreciar la seguridad y la cálida amabilidad de un ambiente laboral muy apacible y elegante. Thomas Whitecastle, broker de seguros, rezaba en pulcras letras blancas, un letrero adehrido en una de los vidrios. Sin haber tenido en mi vida ningún tipo de contacto con el mundo de los seguros, me pareció creer en ese momento que esa oficina era el lugar en el mundo donde debería yo, regalar mi plus valía hasta el día de mi retiro. 

Me recibió la mirada sorprendida de la persona más cercana a la puerta cuando toqué el timbre para entrar. No sin una cuota de asombro, sonó como un pulso eléctrico que destrabó la puerta permitiéndome el ingreso. Me presenté, adjuntando de forma inmediata, mi solicitud oral de empleo inmediato. Juro que en ese momento, nada me parecía más urgente, más precioso que ingresar inmediatamente a trabajar para Thomas Whitecastle, broker de seguros. Tan pronto como formulé mi deseo, recibí una dudosa negativa y un soso alegato de "de momento no estamos necesitando personal".

Fueron necesarios los esfuerzos de dos elegantes funcionarios y el discurso calmado y algo dubitativo del guardia de seguridad para comenzar a disuadirme. Sin embargo, al ver la camisa planchada de uno de ellos, olfatear la calidad de su perfume importado, mis bríos se renovaron y comencé a pedir, con vociferaciones varias, una reunión inmediata con el señor Whitecastle, quien según uno de los muchachos, se hallaba en una importante reunión. Aunque creo que miraba asustado a través de una colosal puerta entornada, decidí creerle y acto seguido, como en una lamentable capitulación, escribí mi número de celular en un volante arrugado que traía en mi pantalón y demandé que ni bien el señor se desocupase, se pusiese en contacto conmigo para solucionar aquel vergonzoso malentendido. 

No sé en qué momento se lanzó el primer puñetazo, ni cuál de los involucrados en la pelea general fue el responsable del lanzamiento de la grapadora que destrozó el ventanal con el letrero. Solo sé que 4 segundos después de que el último golpe fuese asestado en mi traquea, perdí el conocimiento, para retomarlo solo cuando estaba dentro del patrullero rumbo a ma seccional primera, por suerte a pocas cuadras del sitio del suceso. Afortunadamente me dejaron ir un par de horas más tarde, luego de explicarle todo el asunto a un moreno agente de escritorio que me observó todo el tiempo con aire piadoso. No hay caso... La gente está cada día más loca. 

viernes, mayo 10, 2019

Paseo innecesario

Debí haberme imaginado que los sueños de zombis estaban anunciando la inundación de mi casa. Pero no lo hice. De modo que grande y amarga fue mi sorpresa, cuando a mitad de la noche, me levanté para servirme un tazón de sopa de tomates, como hago todos los martes de madrugada, y me encontré a mi gata, tratando treparse al mueble del comedor, parcialmente sumergida en un río de agua terrosa que provenía del terreno del fondo. En ese momento lamenté profundamente haber desmantelado la bomba de agua que almacenaba para ese fin, y empleado algunas de sus piezas en la inútil taza de café que decía "buenos días" y que ahora me miraba con aire socarrón desde la mesada de la cocina. 

A la mañana siguiente, la melancolía me invadía por completo. Apenas sirvió para despejarme, la llamada que recibí en el momento que terminaba de sacar los esqueletos de bagre que aún permanecían desparramados por el piso. Era Gerbett, diciendo que finalmente se estaba acercando a la fórmula para la cura definitiva del mal aliento. Así que me puse mi mejor deportivo de Peñarol, mi camisa floreada y mis mocasines blancos (que por fortuna y milagro habían sorteado las aguas ennegrecidas) y salí a toda prisa para su casa. 

Al llegar, me encontré con su casa vacía. Gerbett no estaba, no atendía mis llamados y ni pista de él había por ningún rincón de la casa, y eso que lo busqué por todos lados, en el baño, en la azotea e incluso bajo los almohadones de cuero rojo capitoneado, donde más de una vez lo había encontrado, escondido de sus propias ideas paranoides. De modo que me serví un buen vaso de Monkey Shoulder y terminándolo de un trago, me volví a pie a mi casa. Al llegar volvió a sonar el teléfono, era mi amigo. -- Dónde estás? Te busqué por todas partes, pedazo de imbécil. 
- Por todas partes no. Te olvidaste de buscar dentro del ropero de mi cuarto. 

jueves, mayo 09, 2019

Sobre la producción de Amor y Odio por el Queso Rallado

Llegué a la casa de Gerbett algún segundo después de las 16:21. Lo encontré tendido e inconsciente sobre una reproducción parcial del Hombre de Vitrubio en la que trabajaba hacía ya casi 12 años, vestía un zapato de cada par (Gerbett, no el Vitrubio, quien es conocido por su proverbial desnudez), y su cabello color motaza, mostraba un peinado impecable. Estaba de espaldas, lo volteé valiéndome de un lampazo para piso y pude ver que estaba despierto, sollozando. Al interrogarlo por su lamentable estado, me contó que ésta misma tardr volvía del súper con una bolsa llena de naranjas y que en la puerta de su casa, un niño de no más de 7 años lo había golpeado hasta hacerlo sangrar. Conforme avanzó la charla, pude darme cuenta que más que la golpiza, Gerbett lamentaba haber manchado su moño favorito con una salpicadura de su propia sangre. Intenté animarlo prometiendo buenas nuevas sobre la producción de nuestra obra teatral. Una luz de esperanza brilló en sus ojos, también color mostaza, pero toda su dicha volvió a desvanecerse cuando comenté (como quitándole importancia) que Kravitz, no solo declinó la invitación, sino que rentó un par de monjes tibetanos para intimidarme en caso de persistir con la idea. Me empeciné entonces en recordarle que Guillermo Lockhart no había dicho textualmente que no a mi oferta para ser el remplazo de Kravitz, y que el teatro Victoria respondió nuestra misiva, con una contraoferta de $u4.000, pero que la iluminación habría de correr por cuenta nuestra. A ese punto, Gerbett parecía haber vuelto al estado de vergüenza en el que lo encontré y se hallaba otra vez tendido sobre el Vitrubio, murmurando "mi moñito, mi moñito".

miércoles, mayo 08, 2019

3 apuntes sueltos

Estuve 18 meses absorto en mi investigación sobre robótica aplicada a la vida cotidiana. Hoy abandono la túnica y la tornilladora eléctrica, después de no conseguir más resultados que una taza de café que siempre tiene un fondo amargo imbebible y que no es capaz de decir otra cosa que buenos días a las nueve de la noche. 

Obtuve mucho mejores resultados cuando durante toda una noche, estuve sentado en algún bar con Baltasar Gerbett, buscando inspiración para escribir una obra de teatro. No sin violentas discrepancias, acordamos que el título sería "Amor y odio por el queso rallado", y que trataría sobre un joven de la ex-Yugoslavia que recorre estaciones de tren en busca de una pluma capaz de escribir por él, todas las letras del alfabeto sumerio. Ahora buscamos que Paco Casal acceda a financiar la contratación de Lenny Kravitz, para interpretar el papel de la pluma, y que para ello deberia someterse a una dieta vegana que lo ayudase a bajar 18 kilos en 4 semanas. Gerbett se ofreció desinteresadamente para interpretar al joven protagonista,  pero solo a condición de poder usar un bigote falso sobre su ya frondoso bigote color mostaza. 

Anoche estuve horas soñando que asesinaba zombis con un kukri ligeramente desafilado. Al despertar, a mitad de la noche, escuché extraños sonidos provenientes de debajo de mi cama. Nada me hubiese perturbado más que la realidad, mi gata había cagado bajo la cama y al parecer se limpiaba en un papel de regalo arrugado que permanecía allí desde las últimas navidades. No obstante, esta mañana al despertar, nada me produjo más angustia que recordar haberme dormido antes que terminase el primer bloque de La Venganza Será Terrible. 

lunes, mayo 06, 2019

Rimas últimas

Lavados los ecos de un tango
La flor de sus ojos se cerró
Volcaron relojes taladros
Y el viejo fuego se apagó

La luna perdida en febrero
En mayo se oscureció
Y ese ñato del infierno
En tu ángel se convirtió

El lunes ya es cosa de antaño
La muerte se lo llevó
Las huellas de mi poesía
La lluvia las derrotó

Por eso entre la neblina
Y las hadas del corazón
Quedará esta carta vencida
Canción de un tiempo...
Que ya no es.