lunes, junio 28, 2010

Variete y Melancolía


El silencio es guardián de los pensamientos que están en la cárcel de mis huesos. No puedo pronunciar la palabra que aprendí anoche en los brazos de una desconocida. No puedo replicar el aplauso que nadie me dio pero que sin embargo merecí por haberme olvidado de lo que es posible, al menos por un minuto, mientras sentía la lluvia de Junio salpicarme en la visera del gorro. Encontramos también una noche de Montevideo que parecía olvidada por la mano de dios, una noche bohemia y profunda donde se venden galletas de faso y cerveza a setenta pesos abajo de las claraboyas con goteras, entre las paredes corroídas de lo que parecía ser una casona antigua en la calle isla de flores pero que ahora había caído en la desgracia de unos peludos metaleros con olor a sobaco, que ofrecen fiestas para universitarios extravagantes y drogones que también querían festejar la victoria de la celeste. Por supuesto ahí estaba yo, jaja, con amigos, también tomando y comiendo galletas de faso, esperando que desde cualquier rincón de la casona o desde el cielo encapotado y lluvioso cayera mi destino. Ahora el amanecer amenaza de nuevo, con sus largos dedos helados, con su aliento perfumado de humedad y viento del sur este. Yo sigo intentando pronunciar una palabra recién fabricada para mi en este momento... sigo practicando en el aire las curvas de tu forma femenina, sigo oliendo en silencio las puntas de mis dedos y en el fondo pienso en vos... estúpido y guampudo, pienso en que antes eras tan mía y antes era yo tan tuyo... pienso que antes... antes.... antes te firmaba poemas del alma y ahora te firmo papeles oficiales en un juzgado de familia. Pensaba en que tu pelo es tan largo... en que tu noche es tan vacía como la mía, sin nosotros... pensaba que te dije tantas cosas que de seguro te marie, te confundí, me deje caer en un pozo sin fondo, en una imagen oscura y aterradora, carente de credibilidad, carente de sentido y de complicidad. Fui desgarrado en tu conciencia para formar una nueva estrella de odio en tu corazón de paloma. Pensaba que a veces cuando escribo, el tiempo se desfigura de una manera tal que nuestros diez años caben en el espacio entre una palabra y la otra. Pensaba que ayer es ayer y nunca hoy ni mañana. Escribo porque en mis huesos hay un secreto que ni siquiera yo lo se... escribo porque busco pronunciar una palabra nueva que no termine de aprender.

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