domingo, noviembre 15, 2015

Rápida conclusión sin moral

Pareciera que la noche de noviembre se empañó de resonancias, está toda reflejada sobre si misma, entreverando viejas madrugadas con madrugadas del futuro. Carga la esencia absolutista del presente y a su vez nos condena a recordar, a temer, a deshojar ilusiones tras sábanas de sangre, contando las estrellas sobre el horizonte para intentar llegar a un número místico que devele nuestro destino. Vana arrogancia la de olfatear el firmamento y dejarse estremecer por la inmensidad sin deshacerse por completo. Nos agachamos ante la, no, no nos agachamos, me agacho yo ante la intensidad de esta prosa, inusitada en mí, inducida por pistilos insolentes que han desentrelazado la virtud de estar presente, gozar silenciosamente el instante y dejarse llevar al siguiente sin preguntar. Solo condensarse, tele-transportarse, re postularse, abanicar todo el interior hacia el más próximo ventanal de la conciencia y desatorarse, confesar la culpa de la existencia y reordenar las moléculas de la mente en una nueva flor de hibísco. Nada que no se pueda solucionar jugando al Winning Eleven

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