jueves, enero 09, 2020

Inesperada enemistad e inmediata reconciliación

 Gerbett y yo volvimos a tener problemas personales... Más exacto sería decir que nos tomamos a golpes de puño (aunque me pareció más apropiada la primera, para línea de apertura). El incidente se desencadenó cuando al momento de pagar por la transacción, mi amigo comenzó por sospechar de la autenticidad de las obras de Giotto que yo estaba a punto de venderle. Dejó caer la pluma sobre su mesa, en un sobreactuado gesto de sorpresa. Sin mover un solo músculo de la cara, del bolsillo interior de su chaleco de paño negro (no estoy seguro sobre el nombre de la tela ya que no me enorgullece mi amplia ignorancia sobre el nombre de los distintos tipos de tela) sacó un pequeño y muy arrogante monóculo, que se colocó con aires Reales. La imagen me produjo tal indignación, tal daño en mi estima por Gerbett, que le di un jab de zurda en el ojo que no llevaba el monóculo, el izquierdo creo recordar. Él soltó un grito de dolor que , a propósito, hizo sonar como una especie de grito de "yo sabía". Entonces en un gesto inesperadamente agil, giró habilmente y lanzó sobre mí, una bonita patada de taekwon-do, que por fortuna, gracias a los reflejos que aprendí como guardametas aquella temporada 92 en la categoría churrinche del Alas Rojas, logré semi esquivar, obteniendo como mejora, la totalidad del impacto sobre la cara exterior de mi brazo izquierdo, y no en la cara exterior de mi cara, como hubiese sido el deseo de mi amigo, ahora devenido en mortal adversario. 
 La lucha se propagó por cinco o veintiséis minutos más, habiendo resultado dañado en el proceso: el control remoto del aire acondicionado, algunas páginas de una antigua Gideon's Bible, un vaso con fondo de leche con cocoa, un inmenso castillo de naipes hecho casi de 240 unidades, la pantalla de mi C115 y por supuesto las 7 obras de Giotto que Baltasar escupió con sangre durante una de sus alocuciones vociferantes, en las que me acusaba no solo de falsificador de poca monta, sino también de no condimentar la comida lo suficiente, esto último sí, casi consigue quebrarme por completo. 

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