domingo, diciembre 06, 2020

Escribir queso

 


Occidente todo lo come con queso. Nuestra civilización se volvió una turba de zombies del queso en la que sólo "más" es "mejor" Vi a un aldeano pakistaní (de una villa perdida de Alá, en medio de la más cruel montaña) de setenta y pico de años, en el canal Reactistan, que al probar por primera vez en su vida un cacho de pizza napolitana preguntó, en su caprichosa lengua: "por qué todo tiene que tener queso?", para rematar con la siguiente reflexión: 

 -Qué pasaría si a algo no le pusieran queso?

 Manifiesto ser uno más de estos zombies, un cuerpo que ha sobrevivido a base de queso, tomate y harina, mal dotado con ese paladar tapado con grasas y almidón que tenemos todos los Montevideanos. Para mí que chorree la muzzarela es uno de los símbolos más representativos de lamentable ostentación de un proletariado desposeído de inquietud cultural, pero profundamente afectado por la idea de un lujo persa (que desconoce), mal criado en latitudes dónde los influencers gastronómicos te meten el queso por los ojos , vulnerado por la vanidad hedonista de la novelería, e incansable persecutor de esa imagen vacía por su excesiva suntuosidad. Esta idea se ve amplificada en la irrupción del queso (?) chedar. No puedo decir que no me gusta, porque la verdad es que sí, pero ese no es el punto. Cada 100 gr de chedar, te comes 6 de solo de sodio, y después 33 gr de grasa, 21 de los cuales son saturadas. El feta nada más, por poner el otro primer queso que se me vino a la mente, cada 100 tiene 20 de grasa (21 saturadas) y sodio 1 miligramos, contra los 6 gramos de sodio que tenía el otro. La mozzarella fior di latte, por otro lado trae 16gr de grasa cada 100 (11 saturadas) y menos de un gr de sal. No hace falta seguir detallando una a una, las muy numerosas variedades de éste producto lácteo. Desde el camembert, hasta el gouda, pasando por el parmesano (y toda su prole de imitaciones), el mascarpone, la ricota, el provolone, el suizo y el cuartirolo. Reconozco haber dicho que no era necesario enumerar todas las variedades, sin embargo no puedo escapar de mi condición pariente de la de Monterrey Jack (el personaje de Chip y Dale, no el queso) y ni bien me propuse no enumerar, comencé a hacerlo.. y podría seguir, pero tampoco me interesa retomar el punto, porque sería renunciar al propósito de carecer de punto en este breve texto. Pido disculpas si por un momento di a entender que el punto era la preferencia caprichosa por un queso de dudosa procedencia como el chedar, en detrimento de todos los demás. Tampoco era mi intención versar sobre ese costado de nuestra civilización global que de manera permanente nos quiere reunir a prepo bajo la bandera de una industrialización despiadada, que muestra su cara más feroz en los alimentos que minuto a minuto la humanidad mete dentro de su cuerpo con la más pasmosa naturalidad. Es verdad que por un breve momento intenté explayarme sobre el crimen que se comete contra el trigo antes que lo metan en esas tristes bolsas de papel, bajo el engañoso rótulo de harina de trigo, ya que en realidad se trata de harina de endospermo de trigo (parte menos saludables del noble cereal, que a su vez es la que más gluten produce, para único beneficios de una vida en la que se busca minimizar las esperas sin reparar en consecuencias), blanqueada químicamente y adicionada con ácido fólico, cómo para poder decir que tiene algún tipo de nutriente. Por favor que nadie vaya a creer que esto se trata de un alegato a favor de la vida ni a favor de la conciencia ni de la salud pública. Sólo quería escribir queso. 

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