sábado, octubre 20, 2018

A raíz del grillo

El mundo se revuelve garganta abajo. La mente salpicando el vaso de aceitunas donde jugué ruletas peor que fatales, que ahora es preferible no traer a colación. La luna gelatinosa inyectó sueños gaseosos en el vacío de mis ojos. Llega el caudal del grillo que se escabulló por la ventana, llega clarito, insistente, grueso y amarillo, rebota en cada esquina su cantar de metales y cuchillos... Ahora se calló un poco y la noche es un paragua inflado por el viento. Debería dejar de escribir. O tal vez comenzar de una vez a hacerlo. Pero narraré, mientras tanto, el desmembramiento de aquellos sillones grises y la paulatina pérdida de aquella olla a presión donde el viejo reloj se ablandó y permitió filtraciones de la más antigua e innombrable de las muertes. La guitarra de arena húmeda, volcada sobre un rincón, como en eterno desmayo, toca para sus adentros, canciones del año 99. Mamá está en Israel y vuelve recién en un mes. Los edificios del complejo languidecen expuestos al llanto de fantasmas sin nombre. El silencio es grande, hay nubes lila que pasan rapidísimo.

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