domingo, diciembre 22, 2019

Otros Países 3

 Cuánta belleza, amada mía, me transmiten sus postales. Sólo imaginarla tendida en las blancas arenas del Caribe Colombiano, hace que mi corazón se abombe en un estremecimiento. Es casi imposible no desearla, imposible no querer, perdone usted que se lo diga así: lamerla, no anhelar hasta el desmayo, el poder llenarla de dedos por los costados y las piernas, adorar su cuello y respirar la sombra fresca de su cabello lleno de sal y de estrellas marinas... Debo contenerme para no sufir por demás, la falta que me hace su cuerpo entre el mío es casi todo lo que puedo sentir en éste momento. Y todo por el estilo...

 Estoy en la habitación y por la ventana se dejan ver algunas casas bajas y los tímidos focos de alumbrado público, son de color naranja, como bien habrá imaginado. Casi nadie anda ya a esta hora. Perdiendo un poco la solemnidad con la que comencé... me tiendo en la cama, enciendo la veladora y apago la luz cenital para escribirle, ya que es la única a quien confío esta travesía y sus pormenores, y de este otro modo, con esta otra luz, me siento en más intimo contacto con usted. 

 En Tudor, siendo invitado especial de Râzvan y después de despacharme a mis anchas con un delicioso Ciorba de carne de chancho y vaca, comenzó la ingesta de vino, (que en combinación con la gran cantidad de cebolla en el ciorba...) en la que Râzvan me sorprendió al recomendarme una variedad de tinto de la que no había escuchado hablar: el Riesling. Se la recomiendo, ojalá y pueda llevarme de contrabando una botella para obsequiarle. Después, un pinot gris, otra de las variedades que mejor se dan en estos climas. Más tarde, justo antes que me aburriese, Râzvan, sabiendo de mi inquietud histórica, me presentó a uno de sus parientes que al parecer pasa más tiempo aquí en Tudor que en su propia casa. Velkan ha de tener unos 70 años y sus conocimientos de historia local son tan grandes como su afán por compartirla, de hecho descorchamos una segunda botella de Riesling y dimos inicio ahí a una charla (en inglés, por fortuna) de la cual me he nutrido más allá de mis expectativas. 

Más allá de la residencia de los voivoda (realeza de la Moldavia del siglo XIV), Suceava, centro administrativo de la zona nororiental de Bucovina, estuvo bajo el poder de los Hasburgo desde 1775 a 1918, hasta que pasó a formar parte de la Gran Rumania. Entonces los cuentos de la mezcla cultural entre cosacos, Moldavos, turcos, la herencia ausgrohúngara, la influencia posmoderna de inlgeses y sobre todo francesa en el presente de su gastronomía. Al rato y ya con los ánimos intensificados por el licor,  el viejo comenzó a contar las innumerables tristezas de la epoca de Nicolae Ceaușescu, la ruina del comunismo y otras cosas a las que no haré alusión para no entristrcer vuestro ánimo pacífico.

 Puedo decir que fue muy interesante el modo en que resultó todo al final, y más aún cuando, al contarle de mi objetivo turístico de conocer los famosos monasterios, Velkan se sobresaltó de alegría y agendó conmigo la ida, a la siguiente mañana, (la de ayer) a conocer el monasterio Moldovita, que según él era el primero que debía conocerse. De modo que con considerable estado de embriaguez, y ya cerrando casi a media noche, el pintoresco Tudor, me volví al hostal de Oana, donde dormí a mis anchas, no sin dejar de esperar la misiva suya que finalmente llegó, llenándome de la misma cantidad de alegría que de nostalgiosa añoranza.

 Desperté ayer a las 7.30 de la mañana con los golpes de la señora Oana a mi puerta, que con un cántico un poco aterrador repetía mi apellido tras la puerta, llamándome. Alguien me buscaba. Al salir, una mujer rumana me esperaba sonriente, diciendo ser, en un muy fluido ingles, una sobrina del viejo Velkan y que ella misma me llevaría a conocer el monasterio. 

 Moldovita es absolutamente espectacular, parece casi una alucinación cuando llegando se distinguen el azul y el dorado salpicando las múltiples caras y columnas, arcadas y frisos que estan cubiertos con millares de frescos que representan escenas de la vida de Cristo y de inmensas procesiones de santos que componen un "Día del Juicio" monumental y a la vez bellamente grotesco. Ionela (la divertida y desenvuelta guía que ne condujo hasta aquí) me contó que fue echo por orden del voivoda Petru Rares (tras una de las 34 victorias que consiguió ante el ejercito otomano, de 36 batallas libradas) encargó su construcción en el año 1533. Aquí yace su sepultura, ubicada en un patio interior del monasterio, donde el tiempo flota placidamente entre la densidad de flores rojas y amarillas que los abnegados ortodoxos, cuidan con amor parroquial. Sinceramente ha superado mis expectativas y no puedo esperar por conocer el resto de los monasterios, aunque deba ser más que cauto con el uso del dinero, ya que desde un inicio la idea práctica de la austeridad es casi obligatoria. 

 No se preocupe por sentir que sus respuestas deban ser tan copiosas como las mías, ya que por mi vocación tiendo a explayarme y me hago el tiempo siempre para hacerlo, no obstante entiendo que al haber entre nosotros, grandes diferencias en los hábitos, no le sea tan fácil como a mí, dedicar tanto a una correspondencia. 

La abrazo.

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