lunes, diciembre 30, 2019

Otros países 4

 Cuando mi estadía en el hostal de Oana concluyó, tomé mi mochilón, le pagué, la abracé y me fui de Suceava y de Bucovina rumbo a Transilvania, no sin antes recibir las bendiciones de la encantadora anciana y una buena cantidad de Dulceata, que si bien eran "para el viaje", las devoré de camino a la estación del tren. Un edificio exquisito, donde por algunos instantes podía sentirme "como en casa" por su aire de moderadamente melancólico, su elegancia rotunda, erguida, aún en la babilónica diversidad de Suceava .

 El viaje en tren hasta aquí fue "soñado" (como dicen las viejas). Llegué a Cluj-Napoca junto con el ocaso. A todo esto yo la sentía, a usted, digo. La sentía tan próxima, tan sobrevolando tiernamente las costas de mis entrañas, todo por aquí, todo por allá sentía.

 Me hospedé en un hotelucho más bien deslucido y en consonancia con lo anterior, pensaba en usted y en aquella anécdota de los bed-bugs que la picaron y su consecuente traslado de habitación, creo que en Haiffa, también recordé la foto que usted mandó, donde se veía una botella de vino, que un empleado amigo suyo le hacia llegar casi de forma periódica, y una caja de cigarrillos Nevada. Me apenó un poco la noticia que me contaba acerca de que retomó el feo vicio del cigarrillo.

 Temí que durante la noche, un fiero Ejército de estos insectos, redondos y punzantes, ganasen la plaza donde dejé a mi cuerpo pasar la noche. A causa de esta inquietud, entre otras, no llegué a descansar del todo bien. Esa noche cené en un McDonald's, volviéndome a acordar de usted. Tal vez por nostalgia o por pura costumbre, me pedí una doble cuarto de libra con refresco agrandado y me senté contra una ventana a escribir la presente sección de esta carta. Miraba la calle con el sachet de Ketchup en la mano y algo de sal o pedacitos de punta de papafrita en la barba. Entonces hacía esto a un lado y le tipeaba estas mismas palabras que ahora, espero, este leyendo con agrado. 

 Vuelvo al hotel Carpati, de camino compré libros en un baratillo, valiéndome a penas de un repetido "cãt costã aceastã carte?" y un avispado "ce pret au toate cele patru? Mi-ar face rabat?". Los tengo aquí, en mi cama de alquiler, esparcidos como juguetes antiguos sobre el acolchado. La ventana no se puede abrir... (Habráse visto semejante atrocidad?). Me dispongo a entreverarme con estos volúmenes y luego a programar la hoja de ruta de mañana, ya que pretendo conocer Sighisoara y la famosa carretera Transfãgãrãsan, una de las célebres y bellas monstruosidades de Caesevscu. 

 Desde Transilvania, mi amor absoluto, mi juramento de quererla hasta la muerte, mi devoción incondicional y mi deseo de abrazarla siempre, atentamente suyo"Vrolok".

P.D.: intenté reducir a su mínima expresión, la cantidad de lo que usted llama "poesía" utilizada en la presente, para ver si le resultaba a usted "posible", pero temo que me sería impropio el erradicarla del todo de mi pluma, y menos cuando es a usted, la más preciada de todas mis musas. 

La abrazo y me dejo abrazar por usted. 

Salgo del Ministerio y lo primero que veo es tu mensaje.
Qué difícil es quererte...
Un abrazo. 
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