domingo, julio 17, 2022

A raíz de otro domingo en la aduana

Cantan las presencias en su vertiginosa fugacidad, cantan sin importar la destrucción de todo cuanto nos rodea, afinan y desafinan en cromática letanía. El teatro Solis, ya en otro orden de cosas, este domingo prevalece ante su desértica explanada, su piso de ajedrez sigue viendo fijamente los balcones del hotel en el que una vez fui un enamorado dichoso, atestiguando una luna menguante que nada más ayer brillaba radiante en las fachadas centenarias de la aduana del mismo modo que en los felices jardines de San José de Carrasco, donde crecen las niñas hermosas que jamás serán hijas mías. Pero ya basta de remedios caseros para venenos imposibles, hay que atacar la carretera y alzar las lanzas de la miserable virtud para resistir otro invierno y reverdecer como se pueda cuando vuelva a cantar una murga. 

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