domingo, mayo 25, 2008

Casi Siempre


Tu signo dibujado por las frentes de un escuadrón de sombras, el perfume perdido de una civilización entera que había comenzado a echar raíces sobre el pantano de nuestras conversaciones eternas, sobre la linea de luz que bordaba las horas muertas de nuestras madrugadas perfectas.
Ahora solo el ladrido, ahora solo el rayo que vuelca su potente estertor de siglos pequeños, de eternidades quebradas. Ahora solo la caricia afilada sobre la arista de la nada que tiembla de vaciamientos, que suspira de dolencias inmateriales. ¿Quedarán corazones a la vera de nuestros escupitajos? ¿Quedarán brotes de hierba bajo la costra maldita de esta distancia sin comienzo ni final? ¿Se comerán las sobras de aquel banquete los malagradecidos gusanos del olvido? O la noche se volverá de polvo bajo las narices los nuevos ciegos.
Por ahora solo van en fila los claveles de tus manos hacia la sierpe herida por el despecho más soberbio, solo caminan en fila las calles que pisamos, la arena donde nos amamos y el veneno que nos inyectamos, en fila caminan y marchan hacia el deforme monstruo del destino conforme miramos hacia otro lado con un estúpido dejo de resignación y solemnidad. Miraras con ansias esta parcela de viento que tengo entre los dedos, olerás el viento en busca de este rastro de humo que dejan mis pasos agazapados en la penumbra de este amanecer solitario, igual a si mismo, igual a la telaraña que va tapizando todo con la mansa determinación del lucero que se arroja de bruces sobre el horizonte, que salta como un engendro sobre los pasos del alba.
La estrella más oscura, esa que brilla en el inalcanzable pedernal de tus entrañas, se apagará alguna vez para mi mente de poseído eterno...

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