En los brazos de éste monstruo basculan dos planetas en perpetua tensión. Dos fuerzas complementarias que se repelen necesitándose, que se aturden en aparente antagonismo. Es el ser que los sostiene el que se halaga ante la deflagración de esos pétalos tan frágiles, cuyas declaraciones ostentan una impecabilidad que no soporta la más mínima rascada. Los dientes de la neutra fiera se exhiben en una sonrisa que va oscilando entre la sorpresa y la maravilla, mientras que a nivel del suelo todo parece cortado, herido de muerte por el puñal de una polaridad enloquecida y tenaz, que resistirá todo razonamiento y nos conducirá docilmente, y en fila india, hacia las fauces hambrientas e imposibles de saciar.
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