viernes, diciembre 20, 2024

La araña corrió bajo la cama


La mirada agria de los relojes
convirtió el  todo en la nada.

Se aguó la conversación
entre el vago atardecer
y la noche muerta. 

Aquel paraíso se duerme
-otra vez-
en lejanos aparadores imposibles.

Presiento que alguna vez llovió, 
aunque soy incapaz de asegurarlo.

Solo  tengo por ciertas,
borrosas imágenes de la rambla
en las que el día y la noche
se vuelven la misma materia indefinida. 

Cantaron los pájaros de mi balcón
y yo creo que estaba despierto.
La vida se prendía y apagaba,
y la luz era, a veces,
 un pez afuera del agua. 


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