lunes, febrero 28, 2011

última tarde de febrero

En ese momento de oscura resaca, donde ves el final de la miel del panal y estás mal, pensando que no hay más caricias de la fuente primera, te mareás y te vas por las ramas hacia una tierra prometida. Un tipo de guita que arriesga la pelota en el medio de la cancha, moviendo los brillos, los cobres, las lianas, agitando libros hacia el fuego, su ancha sonrisa psicopata se adueña de todos los impulsos que son en última instancia, las cuerdas por las que escalas el abismo.
El incomprendido artista sin talento, artista de la vida, creador de ilusiones y videos de otra época y de ideas locas que caminan bastante bien. También ese simiesco pensador de nieblas finas es dueño de tu corazón de paloma, de tu corazón de trigo, de arcilla. Cuando la noche apremia también sus brazos son remanso para tu motosierra delirante de pasión adormecida.
Hoy leí un poema tuyo, parado sobre la mesa donde descanza esta última tarde de febrero. Leí la descarnada nostalgia que te droga por la noche sin salidas. Yo también estuve ahí, en cierta forma nos estamos siguiendo por los muros inagotables de esta cárcel preciosa, de donde en realidad nunca hemos querido salir.

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