viernes, septiembre 07, 2007

Francamente despedimos las cenizas recogidas en este duro anochecer de rushes y lanzas


Entre medio de mis cejas, se vislumbra a traves del espejo, el reflejo de mi sonrisa victoriana al llegar al otro lado del bosque. El trabajo del herrero es duro, áspero, reticente, rigido, ardío y sumiso, mientras los arqueros gritan que ya es hora de acompañarlos. De repente, lanzas saltarinas acechan al viento que nos rodea en el camino, y largas flechas llegan, aunque desviadas devido a su propia tormenta, la que acontece en la capital urbana.

Paladines, paladines paladines al ataque. Oh, oh oh!, no me asedies, que mia paladines lloran de un loco ataque de risa, mientras tus diminutas aldeanas se friegan en la madera de su campamento maderero en llamas.


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