Pero a la vez y lamentablemente, Xavier se hallaba en un total y penoso cautiverio. Estaba preso de su delicada salud y no tenía tampoco, mucha manera de conocer su estado clínico, ya que su débil atención solo bastaba para fijar la vista unos segundos en un lugar indefinido de una sala donde parecía estar solo, pero no lo estaba. Luego caía en los más insondables agujeros de la conciencia y se perdía durante días y noches que no se diferenciaban en absoluto entre si. A veces la negrura de la debilidad, tendía un manto piadoso sobre su mente convaleciente, pero otras veces, las más, Xavier era sometido a intensas recapitulaciones de su propia memoria. Revivía en modo espectador, sucesos de su vida y asistía a ellos como un fantasma silencioso e impotente que vive y revive un triste y violento pasado.
Recorre las sucias y antiguas calles de Ciudad de Mexico donde creció en malos ambientes y se hizo hombre rápido y casi por su propia cuenta. Desde que cumplió un año, Xavier vivió con una pobre familia mejicana que lo habría cobijado después que su propia madre decidió abandonarlo. Ese dolor siempre lo invadía por sorpresa y le tensaba la sangre bajo su helada piel. Secretamente era ese, su principal motivo a la hora de matar. A las cuatro de la mañana, en la sala donde yacía inmóvil, un sueño pesado se apodera de su mente y lo devuelve directamente al día de su decimo cumpleaños, cuando el Chaco (quien fuera considerado siempre por Xavier como su hermano mayor y su verdadero mentor) le regaló su primer pistola, una Jerico 941FS. Era hermosa, los ojos del niño se abrieron más que nunca al ver dentro de una caja de zapatos el regalo del Chaco, que se encontraba igual de felíz que él y le animaba a que lo empuñara sin temor. Está cargada, preguntó Xavier. Pero claro niño, jajajaj, respondió el Chaco, quien con tan solo 18 años, ya era una verdadera amenaza al orden establecido y veía en Xavier un alma de hielo capaz de hacer cualquier cosa, por eso el valioso regalo. Tiene el seguro, eso sí, dijo con tono serio e instó al niño a que aprendiera los secretos del arma. Tantos años después, la escena vuelve a suceder en la mente del joven que incapaz de cualquier otra cosa, revive apasionadamente cada uno de los detalles de aquella conmovedora escena y escucha las voces, con más claridad que nunca.
Pronto tendrás oportunidad de darle su debido uso. ¿Podré matar a alguien?. Quién sabe niño, eso dependerá de que tan bien puestos tengas los cojones. Yo tengo cojones. Ah, sí? pues dime, crees que podrías darle al gatillo si hay una persona igual que tu del otro lado, todavía no has visto la expresión que ponen en los ojos los cabrones antes de morir, no es fácil niño, debes estar verdaderamente convencido y tienes que poder dormir fácilmente a la noche si quieres ponerle un pedazo de plomo de éste tamaño a alguien en la frente. ¿Pero cuándo tendré que matar a alguien Chaco?. Quién sabe, podría ser ésta tarde, o la semana entrante, o el próximo año o tal vez nunca. ¿Nunca?.
Recorre las sucias y antiguas calles de Ciudad de Mexico donde creció en malos ambientes y se hizo hombre rápido y casi por su propia cuenta. Desde que cumplió un año, Xavier vivió con una pobre familia mejicana que lo habría cobijado después que su propia madre decidió abandonarlo. Ese dolor siempre lo invadía por sorpresa y le tensaba la sangre bajo su helada piel. Secretamente era ese, su principal motivo a la hora de matar. A las cuatro de la mañana, en la sala donde yacía inmóvil, un sueño pesado se apodera de su mente y lo devuelve directamente al día de su decimo cumpleaños, cuando el Chaco (quien fuera considerado siempre por Xavier como su hermano mayor y su verdadero mentor) le regaló su primer pistola, una Jerico 941FS. Era hermosa, los ojos del niño se abrieron más que nunca al ver dentro de una caja de zapatos el regalo del Chaco, que se encontraba igual de felíz que él y le animaba a que lo empuñara sin temor. Está cargada, preguntó Xavier. Pero claro niño, jajajaj, respondió el Chaco, quien con tan solo 18 años, ya era una verdadera amenaza al orden establecido y veía en Xavier un alma de hielo capaz de hacer cualquier cosa, por eso el valioso regalo. Tiene el seguro, eso sí, dijo con tono serio e instó al niño a que aprendiera los secretos del arma. Tantos años después, la escena vuelve a suceder en la mente del joven que incapaz de cualquier otra cosa, revive apasionadamente cada uno de los detalles de aquella conmovedora escena y escucha las voces, con más claridad que nunca.
Pronto tendrás oportunidad de darle su debido uso. ¿Podré matar a alguien?. Quién sabe niño, eso dependerá de que tan bien puestos tengas los cojones. Yo tengo cojones. Ah, sí? pues dime, crees que podrías darle al gatillo si hay una persona igual que tu del otro lado, todavía no has visto la expresión que ponen en los ojos los cabrones antes de morir, no es fácil niño, debes estar verdaderamente convencido y tienes que poder dormir fácilmente a la noche si quieres ponerle un pedazo de plomo de éste tamaño a alguien en la frente. ¿Pero cuándo tendré que matar a alguien Chaco?. Quién sabe, podría ser ésta tarde, o la semana entrante, o el próximo año o tal vez nunca. ¿Nunca?.
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