El humo es como una escalera
que se retuerce mil veces en el aire
y yo subo cada peldaño en ellas
pensando en ríos de cauces lejanos.
Vibro en el pretencioso latir de la libertad
y muero encadenado a los pies de nadie
rodeado por centenas de rosas purpuras
que auguran una gloria que tampoco es mía.
Pero aún tengo alguna canción en el tintero
mi pluma debilitada, todavía danza en el aire
para formar una aguja, un tractor o una heladera.
Creceré de maneras minuciosas
hacia la mágica sierpe, que todo lo comanda.
Ahora portamos un mascarón de piedra,
toda una raza, detrás de la misma y repetida formula.
Cayó un rayo, la sangre se heló,
se quebró en mil pedazos la noche.
La lluvia cae como obligada,
desde un cielo gravemente herido
por semejante puñalada de corriente.
Todo ha quedado con un leve temor,
la lluvia se anuncia, ahora sí, de manera soberana.
Hay todo un lenguaje perdido,
fundido por las inacabables ramas
de una tormenta otoñal y poseída
que ha sorprendido a la noche
en sus rutinas de silencios de gatos
y pendencieros ladridos de perros.
Ya los vidrios enjuagan su pereza,
ya las lagartijas buscan acomodo,
ya las lechuzas se resguardan en sus alas
Ya el silencio gobierna otra vez...
las infinitas goteras se han calmado
y yo pienso en café y en fumar,
Solo cuando el viernes se enrosca en si mismo
y la tormenta reacciona, espesa, brava
y poderosa.
que se retuerce mil veces en el aire
y yo subo cada peldaño en ellas
pensando en ríos de cauces lejanos.
Vibro en el pretencioso latir de la libertad
y muero encadenado a los pies de nadie
rodeado por centenas de rosas purpuras
que auguran una gloria que tampoco es mía.
Pero aún tengo alguna canción en el tintero
mi pluma debilitada, todavía danza en el aire
para formar una aguja, un tractor o una heladera.
Creceré de maneras minuciosas
hacia la mágica sierpe, que todo lo comanda.
Ahora portamos un mascarón de piedra,
toda una raza, detrás de la misma y repetida formula.
Cayó un rayo, la sangre se heló,
se quebró en mil pedazos la noche.
La lluvia cae como obligada,
desde un cielo gravemente herido
por semejante puñalada de corriente.
Todo ha quedado con un leve temor,
la lluvia se anuncia, ahora sí, de manera soberana.
Hay todo un lenguaje perdido,
fundido por las inacabables ramas
de una tormenta otoñal y poseída
que ha sorprendido a la noche
en sus rutinas de silencios de gatos
y pendencieros ladridos de perros.
Ya los vidrios enjuagan su pereza,
ya las lagartijas buscan acomodo,
ya las lechuzas se resguardan en sus alas
Ya el silencio gobierna otra vez...
las infinitas goteras se han calmado
y yo pienso en café y en fumar,
Solo cuando el viernes se enrosca en si mismo
y la tormenta reacciona, espesa, brava
y poderosa.
2 comentarios:
Es muy linda tu poesía y ese momento congelado es verdaderamente muy bien creado... Felicidades por tu post y tu blog que es muy original...
Bueno, muchas gracias Ónix. En verdad me pone muy contento que los visitantes dejen su opinión sobre los textos.
Gran saludo y lo esperamos!
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