jueves, abril 16, 2009

Fría inspiración de la madrugada

Son las cinco de la mañana
y todos los cuerpos en su sitio
apoyan la moción de la madrugada.

El invierno se insinúa sobre los vidrios
de un abril con doradas hojas de parra.

La soledad congelada de la luna llena
en medio de su magico halo de humedad,
habla de otros tiempos y otras noches
iguales a ésta, donde los cuerpos en su sitio
apoyan el frío transcurrir de los largos minutos
y el brillo inmaculado de la ausencia
y las canciones de junio...
que corren hacia días venideros.

Veo un caballo azul correr por el cielo.
Nadie habla, nadie respira, nadie sueña,
solo el humo espeso de la noche
se atreve a modelarse suavemente
en un aire aterido por el helado rocío.

Sufrimos el abandono del verano,
de todas esas peninsulas marinas
donde todo lo que quedaba era oro,
flores en el pelo y arena en los bolsillos.

El afilado sol ha perdido ya su punta
y se desliza, cada vez más de costado
sobre los cuerpos que duermen
sin hablar, ni respirar, ni soñar.

Todos los recuerdos se reagrupan
en peligrosos batallones de guerra

El vacío que me mira inexpresivo
desde todos los rincones de mi cuarto,
no es más que una carta sin letras
no es más que una respuesta trunca
es solo eso...
la noche de abril
y el vacío.



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