domingo, diciembre 06, 2015

Explayarme


Ta, ya no sé que va a pasar mañana, nunca lo supe, ahora menos, la inmensa distancia desaparece tras una simple provocación, el nudo en el pecho, la irrealidad, el delirio. Por qué tengo esta sensación de tormenta, esta calma de tempestad, por qué tengo esta agonía de temblor en el pecho, tu cintura dibujada en el mármol de mi mente. Estoy, soy, ahora lo sé, quién te tiró arriba del paño, con lo que cuesta armar un full. Te volcaste sobre mí, te derramaste en tu libertad de golondrina en mi cabeza amanecida, trasnochada, romántica de mierda, justo cuando estaba "cerrado por derribo" caíste como un ladrillazo en la profundidad de mi silencio, de mi dureza de perro roto por la noche. Yo no me imaginaba, no lo soñaba, solo pude distinguir la angosta apertura de tu corazón cuando respondiste, cuando saludaste, cuando volviste a escribir, cuando reías, acaso un tanto ebria, revelaste una fisura en la solidez que yo imaginaba pétrea, por donde pude pasar, haciéndome el chistoso, el entero cuando en realidad estaba quebrado, desperdigado en mí mismo como una vaga sombra. Ahora no sé más nada, solo me limito a disfrutar, a gozar esta hazaña del destino, esta promesa cumplida. Los años han hecho historias de pedregullo, reducido a cenizas lo que alguna vez fue bravura y concierto. Sin embargo esos mismos años nos han traído a esta tarde de diciembre en la que nos confesamos ante la virtualidad e hicimos carozo la distancia, 12.068km se desvanecieron de golpe y el corazón se volvió frenético, y la espesura del deseo se volvió marea alta y la luna se volvió milagro y la respiración se empezó a entrecortar y nacieron de mí las más sinceras palabras y nacieron de vos otras palabras que dejaron de ser palabras para ser calandrias, para ser sables, para ser patadas de corriente que resucitaron un corazón a medio podrir, mi corazón en desuso. Ahora resuenan tus súplicas en mi cabeza, mi temblor es nuestro temblor, tu vehemencia es ahora nuestra vehemencia, tu confesión es ahora la voluntad del universo, mi confesión es decreto de completitud. Éxtasis total, llanto de colmena de abejas, baile, vino, cigarrillos, rambla, plaza matríz, el mar de Galilea, el aeropuerto de Barajas, la lentitud de estos pocos días será eterna, será traumática la intensidad de esta espera hermosa, ahora hay promesa, hay algo que se cumplió, hay algo, algo, algo, algo. 

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