domingo, agosto 14, 2016

XXXIII

   creer en la magia de las canciones. nunca sentirse abatido en la entrega. soportar la terrible hostilidad de la conciencia y tener al menos un apice de humanidad a la hora de la verdad. nunca se llegaria a comprender el misterioso accionar de los poderes que nos guian.tampoco buscaba hacerlo pero era tan evidente  tan tangible la mano del titiritero que era imposible no pensar que eramos parte de una trama intrincada imprevisible y altamente adictiva. 
esa tarde me llamo gabriel mi hermano de la vida. hacia algunas semanas que no nos veiamos y eseviernes quedamos en encontrarnos en la plaza seregni. parti desde la ciudadvieja a ie. el dia era inusualmente agradable para agosto y en el cielo limpio estaba la luna a pleno dia. algunas cuadras antes de llegar sono mi destartalado celular. era david y ya estaba colocadisimo. me dijo ya me tomo un taxi para asi. estaba en el perro que fuma haciendo los postres de su intensa actividad sindical con paro y movilizacion incluidos. 
    diez y ocho de julio estaba atestada de gente a las cuatro de la tarde pero yo iba cantando la cancion final de la trasnochada dosmil diez y seis asegurandome de afinar cada nota y no excederme en el volumen. nadie parecio notarme. sentia como si yo mismo hubiese escrito la letra. era el retrato exacto de la situacion con v. la cancion sonaba en repeat y yo sentia tan intensamente que parecia generar un halo de magia. un tubo por donde mi deseo pudiese ir directo a su corazon. vas a invitarme a tu balcon para cantar mi serenata de jazmines y esas canciones de los dos, cantaba mientras iba rumbo a mi destino. 
    Llegué a la plaza y tome asiento en un muro que daba a la intersección de las calles martín c. Martínez y Uruguay. El sol calentaba amablemente y mucha gente se arremilinaba por aquí y por allá, habían guitarras, cajones peruanos, olor a porro, un grupo de mujeres con túnicas blancas y las canchas con deportistas ocasionales estaban colmadas. En líneas generales la tarde era hermosa y a la noche teníamos un festival en el chulo, de nuevo. Se me ocurrió que podría agarrar wifi en la plaza y lo intenté... Existía una señal esquiva e intermitente con la cual no logré comunicarme con ninguno de mis dos amigos. Por lo tanto salí a dar una vuelta a la plaza en busca de la fuente de wifi y la encontré justo en la esquina. Me conecté y abrí el messenger del Facebook para hablar con Gabriel. En el momento que lo hago aparece en la pantalla una burbuja de chat. Era V. Mi corazón implotó en un sordo estallido de alegría, pánico y ansiedad. No se que es lo que haces pero duele en medio del pecho, decía. Por primera vez en dos largos y tristes meses, me dirigía la palabra y yo francamente quedé pasmado de felicidad. Era 12 de agosto y el cielo vaticinaba un giro épico de los acontecimientos. 

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