martes, agosto 16, 2016

XXXIV

Detenerse del tiempo tras monolítica pesadumbre. Porque pasa la luna convertida en azul ausencia y una nostalgia hiriente tras la.cual galopan los caballos de un deseo a media luz.la calle semi vacía, el hoyo metafísico en el que el alma deambula fuera de todo alcance. No hay manera de acallar el murmullo de toda esa felicidad esquiva, la opresión en el pecho quizás fuese el aviso, la advertencia dolorosa de una existencia detrás de la existencia, de otro mundo posible tras el mundo de amargas esperas por el que transitamos. Solo habría que saltar hacia el vacío, saltar sin red hacia la cristalización, desquiciar las amarras de las autolimitaciones y atreverse finalmente a ser. Disponerse a perecer de angustia en la lucha por conquistarse a sí mismo, en la batalla por reinar sobre nuestro propio destino. Tal vez no sea posible detener el sangrado de la melancolía y rebelarse contra los oprobioso dardos de la fortuna, pero si así fuera... si el universo de nuestros más hondos deseos se hallase al alcance de una sola decisión y fuese tan solo la inherente temerosidad de nuestras angustias lo que oculta y aleja de forma permanente el apice de felicidad y realización que tanto anhelamos y que tal vez solo por mera cobardía, este mundo se apareciera fuera de nuestras posibilidades. Era demasiado sencillo pensar que el laberinto de azares se configuraba de manera tal que los acontecimientos cobraran una fuerza capaz de disminuirnos a eternas frustraciones y observar a través de la ventana de los sueños, un futuro en el que todas las promesas que nos hicimos estén cumplidas de antemano. Bastaría reventar de un tirón las barricadas autoimpuestas para salir a flote y reinar definitivamente sobre la gruesa mar de incapacidades que como una sierra siniestra, desgarra cualquier felicidad posible. Es necesario entonces no tomar demasiado enserio a los augurios que amedrentan las horas y los segundos de vacilación que en nuestro cuarto oscuro y helado se figuran como insalvables montañas y con un.golpe certero de nuestro cocorazón, acabar con ellas para siempre
siempre.siempre.

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