sábado, marzo 21, 2009

Canto descolorido

Otra vez, justo,
las paredes chorrean números
y el leve canto de la madrugada
arroja las cosas de su lecho.

En éste momento,
tan entreverado de sitios,
una flor renace a lo lejos
fuera de todo alcance
y ardiendo entre la sombra.

Uno tras otro los teléfonos
van cayendo dormidos
y ya es tarde para mañana.

Busco por los rincones
un rayo de luz cristalina
y encuentro relojes perdidos
entre la bruma, el rocío y el humo.



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