martes, enero 06, 2009

Cronicas desiertas # pst 3 - La busqueda interminable

Imposible concentrarse, el teléfono iba a sonar. Para peor, en el caso que no sonara algo raro pasaría y para Xavier las cosas raras eran un lujo que no se podía dar, menos ahora, cuando el pulso de la vida política del país era realmente inestable. Soltó una risotada, se echo para atrás en el sillón, pasó una mano por su pelo, miro el celular... nada. Entonces se pone de pié, da vueltas sobre su propio eje sin saber muy bien qué hacer (cosa que le producía verdadero temor), su mano pálida y adiestrada se acerca a su mentón, decide tomar un baño, pero antes cierra con un metodismo involuntario todas las entradas a la habitación de hotel en la que se hospedó aquella noche de diciembre en la que el silencio era como un bloque de manteca. Mientras se duchaba hacía un recuento mental de las armas que poseía y hacía cálculos indescifrables acerca de lo que tendría que hacer con ellas, se enjabona el pecho completamente ajeno a sus movimientos, un mar de posibilidades bélicas corren ahora por su mente, se da cuenta que no se siente del todo bien, que preferiría ir al "Ultra" y buscar a Kika... Kika..., Kika existía, pero Xavier tenía que creer que no, que mientras la agitación de los bandos no se hallara un poco más controlada ver a Kika significaría ponerla en un inmenso peligro, por supuesto que ella sabía defenderse sola, era una prostituta hermosa, demasiado inteligente quizás, digamos que estaba extrañamente sobre calificada para su oficio, pero su increíble belleza conjugaba perfectamente con su absoluta falta de escrúpulos y de ataduras morales para hacerla conseguir montañas de dinero. Era perfecta, su vida giraba en esas fiestas de frescos y amodorrantes lujos que Xavier sentía sin remedio como algo distinto a él, como algo que le resultaba inasible incluso estando en ellas, con el traje más caro y la mirada más seductora, centro indiscutible de los más retorcidos deseos femeninos Xavier no podía sentirse del todo a gusto en esos ambientes, pero sentía hacia Kika algo que le era imposible formular y mucho menos entender, la quería pero no la amaba, la necesitaba pero no la precisaba para nada sino todo lo contrario, era para Xavier como una alegoría exacta de la vida misma y eso le producía admiración y temor. Suena el teléfono, Xavier sale completamente desnudo y mojado a responder porque sabe que es el Alfa y el Alfa no llama dos veces. Atiende. Sus ojos se cristalizan de obediencia mientras responde que sí, que de acuerdo, que así será, que tenga buena noche, que a las ordenes. Suelta el teléfono entonces sobre el sillón y vuelve al baño. Siete minutos más tardes está pasando por la puerta del hotel mientras cae el sol y Xavier siente que sus lentes negros no son ahora necesarios.


No hay comentarios: