jueves, septiembre 29, 2016

LIII

    Resultó ser que F era lesbiana, me lo dijo al responder mi mensaje de Facebook. Su réplica decía: La verdad pasamos re bien en el cumpleaños y me cagué de risa con vos, no tengo ningún misterio en seguir conversando, pero para serte honesta, en mi casa me espera mi novia.
    Perfecto, salí de la situación con soltura y naturalidad ya que no era la primera vez que me pasaba algo así. Recuerdo haberle escrito afiebradas cartas de amor a mi profesora de historia de 5to año de liceo y que unos cuantos años después me enterarse que era más lesbiana que Gabriela Sabatini. Ahora que uno cabos me doy cuenta que fue el propio Willy quien no hace mucho tiempo me reveló este dato para mí desconocido. 
      Carla insistía en que ella me lo había advertido y que yo no quise oírla y me decía que era con ella la cosa. Era cierto, recordé un momento durante el cumpleaños en que Carla vino dónde estábamos fumando con F y ésta le sacó conversación a mi hermana, quien según aseveraba se sintió sutilmente seducida por la blonda F. Hasta me dijo Juan Diego que el también comentó como al pasar la instancia de flirteo, y codeandome guiñó un ojo y sonrió de forma pícara. Nunca me percaté de estos detalles. Quedamos en de igual manera, y probablemente casi como por compromiso, en salir a tomar una en alguna oportunidad. 
    Al otro día finalmente acepté una de las múltiples invitaciones de M. La muchacha del 84 que profesaba por mi un deseo muy grande y que yo a causa de haberme sentido perteneciente solo al abrazo de V, había logrado sortear y gambetear en varias ocasiones, de hecho solo hablábamos por Facebook, yo había dilatado el encuentro lo más que pude pero justo aquel miércoles me agarró con la guardia baja y acepté su propuesta de vernos a las 3 de la tarde en la plaza Matriz. 
      Hicimos un paseo casi de corte turístico, visitando la casa de Lavalleja, recorriendo sus aposentos dónde la historia flotaba entre las vitrinas con espuelas y rebenques, por sobre los arcones centenarios, entre medio de las páginas de un volumen de Rosseau editado en 1790, trabucos y lanzas, piezas de vestuario. Caminamos  en silencio casi siempre o susurrando acotaciones ridículas o haciendo observaciones deductivas de las piezas o imaginando la personalidad de los antiguos dueños. Estaba además, en un espacio dedicado a José Artigas, el boceto del rostro que uso Blanes para pintar su retrato definitivo y la sorprendí contándole la historia sobre el color de los ojos del general, era impactante la técnica del maestro, tanto como para volver real lo inexistente colo para asestar en la memoria colectiva la imagen viva de su prócer, un prócer cuyos ojos no acaban jamás de ser visibles, tal vez significara que nadie sabe cual era la forma de ver las cosas, pero ahora ya no importa. Bajo la mirada invisible del caudillo, más allá de disfrutar su compañía, no sentía yo ni un ápice de interés romántico, sexual ni emocional, ni el deseo de establecer algún tipo de vínculo con M. 
     Caminamos por la Ciudad Vieja y me despaché contándole cuanto dato histórico conocía del barrio fundacional del país. Fuimos a la casa de Garibaldi,  era muy austera en comparación a la de Lavalleja pero olía infinitamente mejor a causa, tal vez, de la flagrante masonería presente en el museo. El patio dónde la luz se deshacía sobre las baldosas de piedra nos invitaba a pasar a una habitación en la que yacía aburrido y muy limpio un bello piano color caoba con un delicado pero resistente lustre que le daba una impresión como de vida propia.  No pude evitar la tentación de tocar la tecla re. En realidad el lugar era mágico y si bien exhibía una mucho menor cantidad de piezas, poseía un aura mística que nos conmovió a ambos. Leímos un par de artículos de revistas casi centenarias que estaban en un pequeño sector abocado a épocas más cercanas y disfrutamos con el exquisito trabajo en mármol que manifestaban los dos o tres bustos que adornaban la sala principal. 
M era una muchacha agradable  y sencilla, de barrio, sagaz y divertida. Ricotera, de pelo Negro y facciones redondeadas, también amante del carnaval y la murga. Tenía un bonito cuerpo y una voz un poco inusual. Se podría decir que era una mujer por la que valdría la pena tomar algún tipo de riesgos. Sin embargo me resultaba imposible. Dentro de mí corazón no se movilizaba ni una mota de polvo. Me resultaba agradable estar junto a ella paseando por mi barrio pero ni siquiera por un instante pude yo considerar seriamente llevarla a la cama. Ella me profesaba un cariño exaltado y yo podía, si hablábamos de determinada manera, sentír el justo instante en el que se humedecía todo su ser y se estremecía contenida. En ese momento lo tomé con naturalidad pero después, pensándolo bien, me di cuenta que era algo rarísimo. Perfectamente apetecible, la mujer enfrente mío estaba dispuesta a todo. Lejos de eso, yo no lograba vibrar en la frecuencia que ella proponía y más allá que tuve la idea de "sacarme las ganas" con ella, jamás pude sentir otras ganas que no fuesen las de mirar dentro de los ojos de V.
    La hermosa mujer de Trueba que conocía tantos cielos y tantas tierras gritaba al plantar bandera en mi mente, al igual que apenas 9 días antes, cuando me dejaba la inicial de su nombre marcada en la piel. Sus ojos feroces clavados justo detrás de los míos y yo no podía dejar de verme en ellos y sentir algo de pena por la circunstancia. Cada tanto, mientras estuvimos sentados a uno de los bancos de la Zabala, ella amagaba sutilmente a darme un beso pero me las arreglé para con naturalidad y también sutileza, mandarla al corner. En nuestras conversaciones por messenger cuando se trató el tema encuentro yo fui muy cuidadoso al momento en que ella calibró sus expectativas y decididamente puse un coto de distancia al que ella reaccionó con un: igual con tal de verte me voy a sentar contigo a una plaza. Jaque. Era complejo ya que necesitaba con urgencia una persona que me demostrara su cariño y si bien mis hermanas todas lo hacían sin reparos, yo necesitaba más pero por más vueltas que le diera no era de cualquiera lo que yo necesitaba. M lo hacía también en ese momento y se había ofrecido para hacerlo siempre que lo necesitase, pero no ocasionaba en mí otro sentimiento que un manso agradecimiento hacía su intención de simplemente estar conmigo. Fuera de eso si bien su cuerpo trigueño y modelado de treintañera estaba 8/10, yo no podía  no existía forma que está otra mujer obtuviese lo que yo tenía reservado para mí querida V. No sucedería. La acompañé a la parada y se fue en un bondi sin haber si quiera intentado besarme en la boca. Yo estaba encallado en los bancos de arena de su silencio de nuevo, no podía prestar verdadera atención al resto de los acontecimientos que en coreografía browniana se sucedían en Buenos Aires y Juan Carlos Gómez. Pasamos muy bien  pero de momento me era impracticable el sexo con otra persona, dios mío, estaba horriblemente enamorado y no quería entender razones.
   De nuevo llevábamos 3 días sin decirnos ni siquiera buenos días y la cosa venía mal aspectada...  Por qué?  No. No se sabe, tal vez fue porque me entristeció su cuádruple negativa de vernos el fin de semana pasado, estando tan cerca uno del otro. A ese momento comencé a pensar que V seguía capítulo a capítulo está historia a través del BLOG y que sus reacciones tal vez fuesen proyecciones sobre temáticas y pensamientos que trato aquí con total soltura.
      En fin, la experiencia "otra" esta vez venía siendo un total fracaso y mientras más fracasaba en este empeño, más feliz me sentía por ser sólo de ella, la mayor de las problemáticas, para mí, era que ya íbamos en los 14 días sin vernos. 
   El sábado había festival en el Foemya, la Ternera compartía pizarrón con la Samsamsam,  la Rula, los Demonios y la Fugada entre otros conjuntos, iba a ser realmente divertido y para subir temperatura, rompería el silencio entre ella y yo solo para invitarla a ir, merecía ver a la murga en su mejor momento y no quedarse con la penosa imagen de aquella noche tan rota en el Chulo. No iba a ir, pero quería invitarla porque sinceramente y con todo mi ser, quería abrazarla. 

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