martes, febrero 17, 2009

Largos versos del alba

Escucho una sonata de cello en una emisora de radio holandesa
la noche se bate otra vez, por el desierto de la luna
y en algunos lados quedan refugios para el niño de mi alma
sobre los vastos tejados sin nombre, por las flores nocturnas.

Otra noche en que esa imagen lastima el paño gris de mis sueños,
ya van tres con ésta, alzo mi mano y dibujo estrellas en el aire...

Me voy perdiendo por los recovecos húmedos y amarillos
de la sonata que se detiene para reavivarse por escalas mayores
y dejarme pensando en chimeneas lluviosas y negras tazas de café.

Ahora la primer luz del alba ya sopla la vela de la madrugada negra...
Mis pensamientos van por un largo sendero hacia una nube de formas
el eco vacío del silencio se parte como un espejo ceniciento al amanecer.

Frédéric Chopin es ahora el que contiene éste pálido caudal de deseos,
ésta planicie que me recorre el alma por la búsqueda de alguien más.
Imposible explicar, acaso, el flaco temblor de mi mano hacia el frente,
una canción sin formas ni colores, un cuadro del vacío infinito sin color.

El piano deshoja de a una mis ideas, me embriaga dulcemente de penas
de recuerdos indefinibles y voluntades sombrías ...

El mes camina sobre una cama de césped, hacia la cuesta imposible del año
otra vez... manchas de sangre o de tinta o de vino o de salsa de tomate
parecen verse en horizonte que ahora sí comienza a desnudarse
en el aire que todo lo escucha, en la hora que todo lo comprende.

Pienso en poder...
Encontrarte



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