jueves, enero 17, 2008

Hematofagia


En ese instante las nubes del cielo se abrieron como sopladas por un aliento nefasto. La luna asomó con su resplandor helado, con su voz de ultratumba, con sus ojos ciegos. Donde ellos estaban, a pesar de todos los cuidados, el aire olía a humedad a carencia prolongada de sol y de aire fresco, los grandes ojos brillaban como pequeñas estrellas en una constelación macabra, la ansiedad comenzaba a quemar en la garganta, las luces oculares se movían ahora con mayor frecuencia y mayor intensidad, un ceceo… pequeños gritos ahogados y guturales que delataban que ya no había tiempo de esperas. Sed de sangre. Un mareo. La puerta se abre con un agudo chirrido, y los tres juegos de pasos avanzan en la oscuridad hacia un destino horroroso, hacia la desembocadura de un vicio ancestral. El parque como siempre estaba atestado de oscuridad, pero ésta vez un mal presagio abombaba el aire de forma lúgubre y funesta, más ceceos y asentimientos con la cabeza y con la mente. Aguardan, acechan, esperan, se mimetizan en los arbustos bajos y aguardan, cada vez con menos paciencia, cada vez con más sed, con más inquietud, comenzando a sentir una violencia plagada de una adrenalina inhumana, de fuerza interior insospechada… Una pareja, camina entre risas y a los besos por el sendero sumido en penumbras. Silencio sepulcral, se cortan las respiraciones, disminuyen los latidos, las bocas se hacen agua. La pareja toma asiento en un claro donde brillaba la luna como haciendo una advertencia, que es desoída por los besos y las risas tapadas. El, ignorante de su error, comienza a ponerse mimoso de más y pasa una mano libidinosa alrededor del cuello de su amante. Se oye un ruido raro en los arbustos detrás, ellos no lo oyen, ella se entrega alzando la cabeza, fija la mirada un segundo en la luna alta y creciente que patrocinaba muerte y resurrección, se ríe de excitación, se desabrocha los dos primeros botones de su blusa, el joven no puede contener la mano derecha que busca en el pecho, la emanación que lo enloquece. Las criaturas en los arbustos se relamen sin poder contenerse en su silencio fatal. Uno intenta lanzarse al ataque, el otro lo retiene fascinado por el ritual de cortejo que se da del otro lado de los arbustos. Ellos, ahora desinhibidos por (lo que ellos creen que es) una ausencia de miradas comienzan a desvestirse y a besarse cada vez con mayor insistencia y adoración. En ese instante se abren los arbustos y las miradas se ciegan de miedo ante la horrorosa aparición, ante los colmillos que jamás imaginaron posibles…

Polvareda, salpicaduras, dos coágulos, manchas carmesí en la ropa, y una satisfacción que se mantendrá hasta la próxima noche…

5 comentarios:

Arkadia dijo...

No es un descubrimiento magistral, pero he notado como siempre se relaciona el sexo con lo diábolico o terrorífico. Es la clave de las películas de terror por ejemplo. La virgen siempre se salva.

Muy bueno. Perdón por las ausencias.

Abrazo

Eugenia S. dijo...

Nice. No podía dejar de faltar una historia de cuellos y vampiros. Prometeme que alguna vez va a ser historia en "writen by you know who", je.

Beso

Anónimo dijo...

MUY BUEN BLOG, ME GUSTA TODO LO OSCURO, GRACIAS POR ENTRAR AL MÍO, ESPERO QUE PRONTO INTERCAMBIEMOS MÁS PARECERES DESDE NEUSTRAS TUMBAS.

BLOGS.MONTEVIDEO.COM.UY/DICCIONARIO
LOS ESPERO CON NEO VAMPIROS

NandoXXI dijo...

Bueno muchisimas gracias por tomarte la molestia de pasar por este olvidado rincón del cyberbasurero.
Amo los cuentos... sobre todos los oscuros y sanguinarios.

Por lo otro, no hay problema, al contrario!!!
nos estamos viendo.!.!.

Silvia_D dijo...

Otro espeluznante relato , vaya.

Me encantan, de veras, gracias por mostrarme tu arte.

Besos